Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Diferencias insignificantes han sido excusa para iniciar una guerra, pretextos para acabar con una civilización, destruir y conquistar, separar y alejar.
Hoy en día uno de los retos más recurrentes que enfrenta la sociedad de todo el mundo es el establecimiento de efectiva comunicación, lo mismo con la familia que con los amigos, en el ámbito laboral y en la cotidiana convivencia con los demás.
Hoy las campañas políticas dividen opiniones y preferencias “lastimando” valores de identidad, pertenencia y orgullo colectivo.
El país se ha “llenado” de logos, siglas y miles de aspirantes a ocupar un puesto en los Ayuntamientos, los Congresos Locales y Federal, así como algunas gobernaturas valiéndose, en muchos de los casos, de campañas de descalificación, rumores y enfrentamiento que dañan al tejido social y desmotiva la asistencia a las urnas.
Después de la Segunda Guerra Mundial fue necesario el surgimiento de acciones que aliviaran las heridas del genocidio de millones de judíos, la desaparición de ciudades enteras, el temor, odio, rencor y deseo de venganza.
Bajo el auspicio del Presidente Norteamericano Eisenhower se creó el Programa de Ciudades Hermanas teniendo como emblema fundamental el concepto gente a gente para evitar que tiempo, siglas, colores o liderazgos le limitarán.
Para que este programa “funcione” se requiere dinero, utilizado para visitar o recibir a los “hermanos”; tiempo necesario para darle permanente “mantenimiento” a la relación; riesgos expresados en las expectativas generadas en la firma del hermanamiento; voluntad para encontrar coincidencias, oportunidades y posibilidades de crecimiento de los participantes; responsabilidad para no “contaminar” la relación con ninguna tendencia político partidista, así como para no ofrecer lo que no se está dispuesto a cumplir.
Vale la pena destacar que el programa en su operación se “despersonaliza” para asumir un rol institucional de parte de las instancias involucradas.
En Morelia los primeros hermanamientos se dieron con metrópolis como Valladolid, España; Fullerton, California y Kansas City, Missouri.
Todos ellos con más de cincuenta años de vigencia a través de los cuales se ha logrado enriquecimiento de ambas culturas, intercambio de experiencias y prácticas exitosas de gobierno, promoción turística, vinculación académica y empresarial que le han dado sentido, utilidad y trascendencia.
En los últimos veinte y cinco años se incorporaron como hermanas de Morelia ciudades como Norwalk, La Habana Vieja, Yakima, Monterey Park, Arequipa, Zihuatanejo de Azueta, Atlacomulco, Dolores Hidalgo, entre otras.
La permanencia y éxito de los hermanamientos tienen como “secreto” el interés y participación activa de comités ciudadanos cuyo trabajo altruista permite mantener “vivo” el programa de actividades que le dan sentido a esta unidad ciudadana.
Un ejemplo contundente de lo anterior, es el fructífero trabajo realizado por los Comités Ciudadanos de Ciudades Hermanas Yakima – Morelia, sin duda alguna el hermanamiento emblema de la capital michoacana.
Vale la pena recordar que el 75% de la población que habita el Valle de Yakima es de origen latino y de este sus dos terceras partes provienen de Michoacán.
Justo en estos primeros días del mes de mayo se cumplen 22 años de este hermanamiento, a lo largo de él ambos grupos ciudadanos han logrado la donación a Morelia de camiones de bomberos, material médico y ortopédico, estancias de capacitación artística y cultural, proyectos conjuntos con entidades académicas y de la sociedad civil como la Fundación Génesis, el Conservatorio de las Rosas, la Universidad Latina de América y el Ayuntamiento de la capital michoacana.
Este hermanamiento surgió, hace 22 años, con el alcalde de Morelia, Salvador Galván Infante, quien apoyó la iniciativa de los michoacanos avecindados en aquellas latitudes, magnificando coincidencias, pertenencia e identidad que ha trascendido tiempo, distancias, siglas y colores.
La pandemia evito que se realizarán acciones durante el 2020 pero en el 2019 el comité norteamericano liderado por unos de sus fundadores, Noé Gutiérrez, donó a la capital michoacana otro camión de bomberos.
Con entusiasmo se anuncia en Yakima la realización de una edición más de su “Noche de Agave” en la que se degustarán platillos típicos de la cocina moreliana aderezados con mezcal y tequila, se escuchará música regional michoacana y se obtendrán recursos económicos que les permitirá presentar su programa de actividades enmarcado en el concepto de la “Noche de muertos”, manteniendo con ello la preservación de las tradiciones y cultura de Michoacán.
Desde este espacio expresó mi admiración y gratitud al incansable trabajo que realizan en Yakima: Margarita, Noé Gutiérrez, Grace, Ismael, Antonieta, Claire y todos quienes integran al Comité.
De igual manera en Morelia a todos quienes conforman a la Fundación Génesis ya que ambas entidades han sabido darle sentido, utilidad y vida al programa de Ciudades Hermanas.