El Porvenir de Cuitzeo

“Su majestad el automóvil”

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Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Para un sector mayoritario de la sociedad del planeta la vida del ser humano en el siglo XXI no sería la misma sin los vehículos automotores, pese a los daños ambientales y de salud que genera su uso.

Las erróneas políticas de Desarrollo Urbano y Movilidad han contribuido a que exista una crisis motivada por el exceso en su uso.

Las estrategias de mercadotecnia empleadas para motivar la compra de vehículos son altamente efectivas logrando que sea el principal medio de transporte de millones de seres en todo el mundo.

Lo anterior, ha provocado que las autoridades se vean “obligadas” a incluir en sus planes de gobierno acciones y presupuesto etiquetado para infraestructura que ayude a resolver las necesidades provocadas por los automovilistas y sus carros.

Es por ello que su majestad, el automóvil, es atendido de manera preferencial en los hogares al ocuparse de un buen espacio de la vivienda como cochera para resguardarle del sol, el polvo y el frío.

Las autoridades se ven en problemas para dotar de espacios suficientes de estacionamiento en la zona urbana de las metrópolis, llegando incluso a transformar de manera irresponsable áreas verdes en planchas de concreto dañando sustancialmente la sustentabilidad y la calidad de vida.

El cotidiano uso de los automotores, hace necesario que este sea regulado por reglas y normatividades incluidos en un Reglamento de Tránsito, que en muchos casos es obsoleto y otros casos letra muerta solo utilizado para chantajear a quienes lo infringen de una manera dolosa o imprudencial.

Las calles se han convertido en espacios de culto al vehículo olvidando los derechos de los peatones y de quienes transitan en bicicleta.

Todo ello se ve auspiciado cuando las autoridades emiten una licencia de manejo sin que se aplique un examen de manejo o del conocimiento del Reglamento, pareciendo que solo interesa el cobro de los derechos sin que preocupe en lo más mínimo las consecuencias de esta acción.

Lo anterior se expresa en quienes no usan el cinturón de seguridad, desconocen el uso de las intermitentes o direccionales, rebasan por la derecha, se estacionan en cualquier lugar o en doble fila, incluso en los espacios destinados para ingreso a una cochera o para minusválidos, no respetan los límites de velocidad y no les importa la correcta convivencia con otros vehículos, circulan en sentido contrario, hablando por teléfono, fumando, en estado de ebriedad o con mascotas sin que tengan consideración alguna con quienes deambulan a pie, circulan en motocicleta, bicicleta, patines u otro medio de transporte,

A todo lo anterior habrá que sumar la tolerancia para que muchos vehículos circulen con placas extranjeras, “vencidas” o incluso sin ellas por lo que son utilizados para cometer delitos o de manera impune participan en un siniestro dándose a la fuga haciendo muy difícil su identificación y respuesta responsable.

En Morelia existen ejemplos de que aplicando la ley y castigando a los infractores es posible generar “educación vial”, ejemplo de ello es el Programa obligatorio de uso del cinturón de seguridad o el denominado UNO Y UNO.

Por supuesto, que se requiere de disposición y educación de la ciudadanía para respetar las normas de tránsito y sobre todo de voluntad de la autoridad por establecer el orden, empezando por los propios elementos de tránsito quienes tristemente suelen ser ejemplos de falta de cumplimiento del reglamento y un ofensivo culto a la impunidad.

Claro está que esto no debe limitarse solo para quienes utilizan automotores sino también para quienes usan la motocicleta o la bicicleta como medio de transporte ya que no son pocos quienes olvidan portar casco, chaleco anti reflejante, circulan en las banquetas, sentido contrario y rebasando por donde se les da la gana.

Mucho se tendrá que trabajar para generar una cultura vial pro activa y responsable que haga más ágil y seguro el tránsito por las rúas citadinas, provoque menos estrés y dañe lo menos posible al medio ambiente.

Está en cada uno de nosotros iniciar el cambio de actitud y el respeto al peatón, obligando con el ejemplo a que las autoridades actúen con responsabilidad, en tiempo y forma, de ello depende nuestro presente y futuro.

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