Dr. Rogelio Díaz Ortiz
El día 08 de marzo de 1917 las mujeres en Rusia se declararon en huelga exigiendo su derecho a emitir su voto. El resultado fue la dimisión del Zar y la oportunidad, desde entonces, de emitir el sufragio anhelado.
Previo a lo anterior, en 1888 un nutrido grupo de mujeres se declaro en huelga por los tratos discriminatorios y laborales en la fábrica de cerillos de Londres, Inglaterra.
Este es el antecedente más lejano de la lucha de las mujeres por lograr reconocimiento, igualdad, respeto, empoderamiento, equidad, inclusión y seguridad.
La ONU festejó por vez primera el “Día internacional de la mujer” el 08 de mayo de 1975, teniendo como objetivo la eliminación de toda forma de discriminación hacia las mujeres, promoviendo su empoderamiento y buscando su plena participación en la vida de la sociedad del mundo.
El 9 de mayo de 1971 hizo su aparición en la ciudad de México el primer grupo de lo que sería el movimiento feminista mexicano: Mujeres en Acción Solidaria.
En 1995 Quebec, Canadá fue escenario de la primera marcha de mujeres exigiendo su reivindicación económica y creando la primera “Ola del feminismo”.
Es importante comentar que para la UNESCO la igualdad de género es una de las dos prioridades globales de la organización.
Es notorio que en los últimos años se observa un mayor numero de mujeres que de hombres en el sector educativo superior, se les encuentra, cada vez de forma más frecuente, en la milicia y práctica de deportes, hasta no hace mucho tiempo exclusivos para los hombres, así como creciente presencia y participación en puestos de representación popular, como Alcaldías, regidurías, diputaciones, senadurías e incluso gobernaturas.
Lo anterior, sin menoscabo a que en algunos estados de la república existe equidad en el reparto de secretarias y puestos de primer nivel entre hombres y mujeres.
En pleno siglo XXI se sigue polemizando sobre sus derechos para decidir sobre su cuerpo, a recibir un salario acorde al puesto y su desempeño sin que su condición de genero lo obstaculice.
Hoy es común que las mujeres salgan todos los días de su hogar para desempeñar un empleo que les hace independientes y/o contribuyentes en los compromisos económicos para mantener una familia.
Esto último, ha provocado cambios en la distribución de su tiempo, en sus retos, sueños y metas dejando cada vez más lejana su tradicional aspiración de “solo” casarse y tener hijos.
De manera libre y abierta las mujeres expresan y viven su libertad sexual, rompiendo tabúes y construyendo paradigmas de convivencia aún en discusión por las mentes conservadoras y en franca construcción.
Vestimenta, lenguaje y aspecto físico ha cambiado, algunas de ellas aparecen en marchas y mítines con violencia extrema que les aleja de su apreciada feminidad.
La agresión y violencia dejo la “exclusividad” masculina para “aceptar” la activa participación de mujeres que envían a sus parejas a un hospital después de haberle “cobrado” alguna infidelidad o de reclamar el incumplimiento en las tareas del hogar, en casos cada vez más recurrentes, aunque los “afectados” traten de negarse a aceptar su nueva realidad.
Las mujeres han sido, son y seguirán siendo fuente de inspiración para quienes les rinden tributo a través de un verso, una canción o un dibujo que les retrata en todo su esplendor de belleza, simpatía e inteligencia.
Intentar ponerse de acuerdo con ellas en materia económica siempre tendrá el riesgo de iniciar una “negociación” solicitando nos paguen un conejo y concluyendo con el pago de nuestra parte de una vaca.
Estoy seguro que a las mujeres de la actual “modernidad” les sigue gustando recibir unas flores, quizá unos chocolates, que se les ceda el paso o se les “regale” una serenata, así como participar con su sabia intuición en la educación de los hijos y la administración del hogar.
Con humildad reconozco y agradezco el papel fundamental que las mujeres han tenido en mi vida, los valores inculcados con amor por mi madre, la solidaridad de mis hermanas, el cariño de mis hijas, la lealtad de mi esposa, el acompañamiento y solidaridad de mis familiares y de mis amigas.
En verdad, me es difícil concebir un día sin ellas, una sociedad sin su participación, un mundo privado de su belleza e inteligencia, un hogar sin su “luz”, un entorno sin su amor.
Con respeto, cariño y admiración reconozco que en ocasiones me veo sorprendido por su innata capacidad para mutar su estado de ánimo en milésimas de segundo, por lo que prefiero aplicar el viejo consejo de mi padre: “A una mujer siempre será preferible amarle que intentar entenderle”.