Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Ha iniciado 2022 con renovada incertidumbre ante el exponencial aumento de personas contagiadas por la “nueva” cepa del “bicho” que ha mantenido durante los dos últimos años asolada a la población de todo el mundo.
En vano resulto que en México supiéramos, al menos durante varias semanas previas, del rebrote expresado en España, Alemania, Holanda, Canadá y Estados Unidos ya que NO se hizo nada para evitar que llegará hasta nosotros esta contingencia sanitaria.
A todas luces fue notoria, que durante el mes de diciembre se observarán grandes concentraciones en los centros históricos, plazas comerciales, playas, aeropuertos, centrales de autobuses, clubes deportivos, salones de fiestas, cines y teatros.
Se relajaron las medidas preventivas básicas y quisimos suponer que el virus había desaparecido, se “exigió” libertad, “caímos” en excesos que hoy nos reclaman el pago de la factura.
“Cuando parecía que teníamos todas las respuestas nos cambiaron las preguntas”.
Nuevamente expertos y profanos cuestionan sobre el origen de la enfermedad, su gravedad y consecuencias, efectividad de las vacunas, implementación de medidas preventivas, presente y futuro.
Los centros de diagnóstico han sido rebasados antes la demanda de miles por conocer si son “positivos”, a pesar de que muchos se encuentran asintomáticos.
Afortunadamente alrededor de cincuenta millones de mexicanos ya fueron vacunados, al menos con una dosis, en tanto que algunos miles ya recibieron incluso un “refuerzo”.
Existe justificada presunción de que las vacunas han atenuado las manifestaciones de la enfermedad por lo que se hace un llamado para acudir a recibir un “refuerzo”, a quienes anteriormente fueron inmunizados, o a vacunarse a todos aquellos que aún no lo han hecho.
Las autoridades han tenido que seguir cambiando su discurso y han tenido que “imitar” ejercicios de vacunación, aplicados en otras latitudes, a población cada vez con menos años de edad en contradicción con la posición inicial del secretario Alcocer y del propio Sub secretario López Gatell.
Está más que claro que este “bicho” no respeta siglas ni colores, posición social, política o ideología religiosa, por lo que hasta el presidente López Obrador lo padece en este momento.
Se afirma que sus síntomas son más “ligeros” caracterizándose por tos seca, febrícula, cefalea, perdida de la capacidad olfativa e incluso gustativa, además de alteraciones en el tránsito intestinal que puede expresarse con cuadros de diarrea.
Por tal motivo fácilmente se puede confundir con una gripe o un resfriado al que muchos no le hacen caso.
Nuevamente han surgido las disyuntivas… ¿se privilegia la salud o la economía?… ¿se restringen las actividades cotidianas y se vuelve al confinamiento en casa?… ¿maestros y estudiantes deben volver de manera presencial a las aulas?, ¿debe mantenerse el modelo de educación virtual? o ¿es conveniente establecer una variedad hibrida?
Culpables de este escenario son las autoridades por NO aprender de las lecciones que a lo largo de dos años han recibido del manejo de la pandemia.
Culpables somos quienes de manera irresponsable bajamos la guardia y nos olvidamos de cuidarnos y de actuar en tiempo y forma.
Esta por demás quejarnos, es urgente pasar a la acción que evite que la pandemia nos vuelva a poner contra la pared, ¡soluciones y después responsables!
Es importante intensificar todas las medidas básicas de prevención no caer en pánico, ocuparnos para no preocuparnos.
En nosotros esta evitar daños mayores, no esperemos a que las autoridades resuelvan ni que otros lo hagan.
Con humildad y afecto invito a los valiosos lectores o escuchas de este espacio a cuidarnos nosotros mismos para cuidar a los demás.