Ópticas Constructivas

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Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Ha iniciado el décimo segundo mes del 2021 y con ello se percibe en el ambiente la cercanía de las posadas, la navidad, los regalos y e inexorablemente el fin del año.

Cada día que transcurre pareciera como si la sociedad de todo el mundo quisiera olvidar la pandemia y sus efectos, desea salir a la calle con libertad, volver a reunirse bajo cualquier excusa y dejar de lado el uso del cubrebocas y todas las medidas preventivas que se han vuelto parte de nuestra cotidianidad.

Se anuncia una nueva mutación del virus COVID 19 y con ello llega, una vez más, la incertidumbre ante el desconocimiento de su virulencia, capacidad de infección y mortalidad.

Mientras tanto, en muchos lugares de nuestro país y el mundo los ciudadanos anhelan libre tránsito, contacto personal, asistencia a eventos masivos, alegría, fiesta, abrazos, besos y todo aquello que le permita sentir la proximidad de la Navidad.

La Navidad tiene muchos significados, todos vinculados a deseos de paz, armonía, unidad, amor y felicidad.

Uno de sus emblemas es el árbol que se coloca en muchos hogares, diferentes religiones concuerdan que representa una especial unión ya que sus raíces se encuentran en la profundidad de la tierra y crecen siempre en dirección del cielo.

Su forma triangular se interpreta como la santísima trinidad o el quiero, puedo y hago.

La estrella que decora su punta representa la fe.

Las luces que lo iluminan significan la luz que guía nuestro camino por la vida.

Las esferas simbolizan nuestras oraciones, peticiones o agradecimientos al creador.

Se elige un pino verde porque es un árbol que no pierde sus hojas, es fuerte y sus ramas simbolizan la vida eterna.

El color de su decoración interpreta el azul como arrepentimiento, dorado: alabanza, rojo: petición, plata: agradecimiento y verde: esperanza.

Las figuras colgantes significan la gloria de Dios que se refleja en todas partes.

Los regalos que se colocan debajo de él, la cantidad de dones que Jesús nos trae con su nacimiento y que compartimos unos con otros.

Es ocasión para diluir supuestos y malos entendidos, para perdonar cualquier afrenta y restablecer comunicación con quienes en algún momento formaron parte de nuestros afectos y que hoy se encuentran lejanos. 

La creatividad de la mercadotecnia indica que la Navidad es momento de consumo, del gasto en caros obsequios que muchas veces tienen efímera utilidad y solo cumplen con un ritual social careciendo de auténtica intención de cariño.

Estoy seguro que son más valorados un abrazo sincero, una caricia, una llamada o mensaje, una cena modesta pero aderezada de cariño, aunque cada quien da lo que quiere y puede.

El nacimiento de Jesús no es propiedad de nadie ni se limita a un idioma, religión, latitud, posición social o ideología política.

Es un regalo del Creador para recordarnos la importancia de la unidad en la diversidad, la posibilidad de pensar diferente, pero tener metas comunes.

La oportunidad de hacer una tregua a la obtención de bienes materiales para disfrutar de espacios de alegría, fraternidad, amor, reconciliación y paz.

Ojalá todos actuemos con responsabilidad para evitar un nuevo confinamiento en nuestros hogares. 

Disfrutemos de cada instante, momento y experiencia…

A pesar de todas las dificultades y retos estamos a punto de llegar al final de este año.

Es el mes de diciembre excelente oportunidad para hacer un balance de todo lo realizado, para hacer un cernido al árbol de los afectos y para darle justo valor a estar vivos.

¡Contra viento y marea nos mantenemos de pie!

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