Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Para nadie resulta un secreto el que Michoacán es un estado que por su geografía posee un alto valor estratégico en el que destacan su rica biodiversidad y micro climas, fértil suelo y amplia producción de alimentos expresado en el primer lugar en todo el país de todo tipo de frutas y hortalizas, pero incuestionablemente el que más orgullo, ingresos y fuentes de empleo genera es el Aguacate, no en vano se le conoce como el ORO VERDE.
Se trata de un fruto que ha logrado cruzar nuestras fronteras para convertirse en un producto referente y preferido a nivel mundial, posicionándose comercialmente por los cuatro puntos cardinales y llamando poderosamente la atención en eventos como el SUPER BOWL en la Unión Americana.
Hace apenas unos días la producción exportada rebaso el millón de toneladas “rompiendo” el récord histórico y generando grandes expectativas a dos semanas de que concluya su temporada de corte y cosecha.
Sin embargo, su alta demanda ha traído consigo, una desproporcionada “fiebre del oro”, que ha puesto la biodiversidad de los bosques michoacanos en jaque al realizarse, de forma indiscriminada, y sin control cambio de uso de suelo para su cultivo.
Recientemente GREEN PEACE, abordó el tema destacando que en la meseta purépecha se produce el 75% del mencionado fruto, lo cual representa el 65% de la producción nacional, situación que en contraste compromete el abasto de agua de la región de Tancítaro, a la que se reconoce una capacidad aproximada de captura de 25 millones de metros cúbicos de agua, de los cuales los monocultivos de aguacate de la región requieren poco más de 18 millones de metros cúbicos, para su riego, dejando en serios apuros las necesidades de abasto de la población.
Lo anterior es solo un ejemplo pues en el mismo fenómeno lo padecen prácticamente todas las zonas en las que se produce el preciado fruto, ejemplo de ellos lo son Municipios cercanos al Lago de Zirahuén cuya deforestación y vocación en la siembra de árboles de aguacate ha cambiado de manera drástica y peligrosa el ecosistema, vulnerando la recarga de mantos friáticos y adicionalmente contaminando el agua por el uso de pesticidas y fertilizantes.
Nadie puede negar que la producción de aguacate es más rentable que los cultivos tradicionales al generar una importante contribución económica, número de empleos y la activación económica de la región.
Vale la pena mencionar que su exportación a todo el planeta no solo es del fruto fresco, sino que se hace de GUACAMOLE, en muy diversas presentaciones, aceite para cocina, uso médico y cosmético dotándolo de un altísimo valor agregado.
La crisis ambiental causada por el cambio de uso de suelo no es privativa de México no solo causada por la siembra de árboles de aguacate, Greenpeace, desde hace tiempo, ha abordado también el tema de la plantación de palmeras de las que se extraen aceite para diversos productos, lo cual ha puesto en riesgo de extinción al orangután al destruir su hábitat, ubicado mayormente en la selva de Malasia.
Volviendo a Michoacán es importante reconocer que, de seguir destruyéndose forestalmente la Meseta Purépecha, se corre el riesgo de que a la larga el ORO VERDE sea estigmatizado como dañino para el medio ambiente y esto sea aprovechado por sus competidores comerciales internacionales, quienes seguramente no dudarían en buscar bloqueos, altos aranceles e incluso cerrarle el mercado.
Siempre está latente el riesgo de que la exportación del aguacate a la Unión Americana sea “utilizado” en el estira y afloja de las negociaciones comerciales entre los gobiernos de México y Estados Unidos, la próxima vista de la Vicepresidente Kamala Harris a nuestro país ha causado expectación al trascender que en la agenda que revisará con el presidente López Obrador contempla la revisión de temas de comercio y exportaciones.
Sin duda que es estratégico contar con una certificación del aguacate michoacano como producto sostenible, lo cual le permitirá hacer frente a cualquier presumible ataque.
Para ello, deberá estructurarse un proyecto integral y auténtico que considere los beneficios económicos sin descuidar cualquier daño ambiental, la utilidad actual contra el riesgo futuro, la modernidad y su indispensable convivencia con el entorno.
Expertos en la materia afirman que las hojas del aguacate tienen un alto valor en la absorción de bióxido de carbono y producción de oxígeno por lo que trabajan en la presentación de la información que permita a los productores emitir “bonos ambientales”.
Su producción debe optimizarse y sistematizarse, con rígidas medidas de control y sancionando de manera ejemplar a quienes queman, plagan y talan los bosques para convertirlos de manera exclusiva en huertas de aguacates.
Hoy por hoy es una responsabilidad de todos los “implicados” el aplicar medidas ecológicas que brinden certidumbre al presente y otorguen esperanza en el futuro.
Es momento en que los tres niveles de gobierno asuman con responsabilidad sus funciones, aplicando estrictamente la ley, pero sin olvidar asesorar y coadyuvar al desarrollo de la sociedad.
El agua, los bosques, las especies animales y vegetales que ahí habitan son nuestro patrimonio, pero también nuestra responsabilidad.