Dr. Rogelio Díaz Ortiz
En menos de un año se realizará la jornada electoral en donde se decidirá quién será el próximo presidente de la república, además de quienes nos representarán como alcaldes y regidores, diputados locales y federales, senadores y en algunas entidades gobernadores.
En las últimas semanas se ha intensificado la promoción de quienes integran a las “corcholatas” del ejecutivo federal, destacando los reflectores hacia Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López. Dejando muy lejos de este protagonismo a Manuel Velasco, Ricardo Monreal y a Fernández Noroña.
El discurso se ha desgastado, la polémica y los señalamientos entre los aspirantes empieza a ser cada vez más frecuente y el gran elector espera “sereno” para mediante una encuesta dar a conocer su decisión.
Nos hemos habituado a la difusión de encuestas de todo tipo, algunas sustentadas en trabajo de expertos y otras verdaderamente “patito” que retratan el momento en que se realizaron y quien las contrato, pero que de ninguna manera significan que su resultado sea absoluto, confiable ni mucho menos definitivo.
Sin pudor alguno, cargo de conciencia o ética política se han realizado y realizarán renuncias e incorporaciones en las diferentes plataformas político – partidistas, además de “alianzas” que muchos no terminan de entender ya que antes el agua y el aceite “no se mezclaban” pero en contundente ejemplo de que “el fin justifica los medios” se ha hecho una revoltura de ideologías, compromisos y lealtades que dejan en entredicho la honorabilidad de algunos políticos y la credibilidad de los partidos.
La oposición ha estado “dormida” durante la mayor parte del gobierno actual y ha sido muy difícil que aún se mantenga la posibilidad de enfrentar la elección con alguna posibilidad de triunfo.
Políticos y ciudadanos integrados al denominado Frente Amplio por México han iniciado el proceso para la selección de su candidato.
Poco a poco el numero de aspirantes ha decrecido, algunos argumentando inconsistencias en el proceso, otros midiendo su realidad y muy pocos inscribiéndose para participar en la primera etapa que les obliga a reunir 150,000 firmas de adhesión a su nombre y proyecto.
De manera un tanto inesperada la Senadora Xóchitl Gálvez ha llamado poderosamente la atención en redes sociales y medios de comunicación, sin olvidar que el propio presidente de la república le ha “destapado” como la candidata de la oposición y le ha dedicado varias conferencias “mañaneras” que sin quererlo la han empoderado.
Perfiles como Enrique de la Madrid, Santiago Creel y Beatriz Paredes parecen ser ecos del pasado, con múltiples anticuerpos y pocas probabilidades de entusiasmar al electorado.
Mientras tanto, para sorpresa de muchos el nivel de aceptación del presidente de la república sigue siendo muy alto y seguramente tendrá un impacto importante en quienes saldrán a votar.
Se encuentran en la mesa temas importantes para su análisis, debate, enriquecimiento y posibilidades de solución.
Sin duda que se vale pensar diferente, tener preferencias personales por siglas, colores y caudillos ya que todo esto enriquece la visión colectiva de la nación, pero resulta peligroso polarizar y segmentar a los mexicanos.
Se deberá tener mucho cuidado para evitar que se empodere la violencia para coaccionar el voto, no es injustificable aprovechar la pobreza de muchos para comprar su voluntad.
Nadie es dueño de la verdad absoluta, es más la mayoría de los prospectos a candidatos tienen buenas ideas y podría construirse de la suma de todas ellas un extraordinario mosaico de posibilidades para México.
Hoy, México requiere de todos para enfrentar los retos económicos, de seguridad, empleo, académicos, ambientales, culturales, atención a la salud, deporte, innovación, competitividad y creatividad por lo que deberemos olvidar lo que nos divide para magnificar nuestras coincidencias e intentar un contundente ejercicio de “Unidad en la diversidad” que nos de solvencia en el presente y esperanza en el futuro.
Habrá de revisarse perfiles, experiencias y resultados, olvidando frustraciones del pasado, demagogias del presente y anteponiendo el interés nacional a cualquier razonamiento que nos divida o confronte.
En los siguientes meses habremos de “enfrentar” el bombardeo de todo tipo de información, surgirán atributos y cualidades, defectos y aberraciones, historias familiares, amigos “incomodos” y todo ello generado por los estrategas locales y extranjeros que hacen del período electoral su mejor época del año.
No tengo la menor duda de que México es más grande que cualquier partido o personaje.