En el último lustro, el encuentro fortuito de un par de esculturas que representan a un mismo personaje, en la comunidad veracruzana de Hidalgo Amajac, puso al centro el poder femenino en la cultura huasteca prehispánica, tema que es diseccionado a detalle en la exposición Mujeres huastecas mesoamericanas. Diosas, guerreras y gobernadoras, abierta en el Museo Nacional de Arte Mexicano de Chicago.
La muestra en el recinto de Illinois, Estados Unidos, es de las pocas que la Secretaría de Cultura federal, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), ha presentado sobre esta civilización a nivel internacional, y en particular sobre el rol de las mujeres en la esfera política y económica del mundo previo a la invasión española y contemporáneo.
La exhibición, integrada por más de 130 piezas, reunidas gracias a la participación de más de una decena de museos, Centros INAH y colecciones particulares, obedece a la gran cantidad de mexicanos en esa urbe estadounidense, por lo que este acervo es un referente de sus raíces ancestrales.
La curaduría, a cargo de los especialistas del Centro INAH Veracruz, María Eugenia Maldonado Vite y David Morales Gómez, aborda el desarrollo diacrónico de las representaciones femeninas, así como a las diferentes funciones desempeñadas por la mujer huasteca, desde sus primeras imagenes escultóricas, en el periodo Preclásico (hacia 1500 a.C.), producto de una sociedad incipientemente estratificada, hasta las manifestaciones de poder político de algunas de ellas durante el Posclásico (900-1521 d.C.).
En este sentido, la arqueóloga y el museógrafo destacan que el hallazgo de la primera escultura de la Joven de Amajac, en 2021, en ese poblado del municipio de Álamo Temapache, propició un fenómeno en la opinión pública de nuestro país, pues dio margen a una reflexión sobre el rol de la mujer en la sociedad mexicana, a través del tiempo.
Un primer análisis de las representaciones de la mujer en la cultura huasteca reveló la importancia de atributos plasmados en figurillas modeladas en barro, vasijas, tallas en piedra de deidades y gobernantes, desde periodos tempranos hasta la llegada de los españoles; y no menos importante, la función cosmogónica que tenían algunos atributos, tales como orejeras, sartales, pulseras y brazaletes, dada su relación con el inframundo.
Además de los objetos ornamentales que poseen para caracterizarlas de forma individual, “a través del tiempo existieron prácticas culturales que las distinguieron, como la pintura facial y corporal, así como la escarificación con símbolos iconográficos, recién interpretados de manera integral, que las señalan como personajes de elite para el periodo Posclásico”, sostiene la experta en esta cultura, María Eugenia Maldonado.
El guion museográfico de la exposición, la cual permanecerá hasta el 21 de julio de 2024, aborda la importancia de las deidades femeninas, las guerreras y las gobernantes en la Huasteca, así como la maestría de los lapidarios y alfareros que supieron captar, moldear y cincelar la trascendencia de las mujeres en las esferas cotidiana, maternal, pública, bélica y divina.
De esta habilidad son testimonio los más de 130 objetos expuestos, la mayoría inéditos para el público, al provenir de excavaciones sistemáticas de proyectos desarrollados en la última década en la Costa del Golfo de México y los actuales estados de Hidalgo, San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz, caso de los sitios Chak Pet, Tabuco y Zanja Zapupe, localizados en las dos últimas entidades.
El público puede admirar desde pequeñas figuras de arcilla, las cuales simbolizan la fertilidad, vasijas y ornamentos corporales: collares, pectorales, sartales, orejeras y pendientes, elaborados en materiales considerados preciosos, como concha, caracol, oro y piedra verde, hasta esculturas en piedra de tamaño natural, como la Joven de Amajac y la Jugadora de pelota.
Para esta exposición se contó con la colaboración de los museos Nacional de Antropología y de Antropología de Xalapa; regionales Potosino, de Tampico Alto y de la Huasteca (Tampico, Tamps.), y recintos comunitarios, como los veracruzanos de la Huasteca, en Naranjos, y de la Joven de Amajac, en Álamo Temapache; aparte de los Centros INAH San Luis Potosí, Tamaulipas y Veracruz, y un par de colecciones particulares registradas por el instituto.