Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Los últimos días han sido de intensa reflexión, el entorno afectivo y familiar ha provocado la necesidad de identificar y practicar acciones de diferenciación entre lo urgente y lo importante.
Nostalgia, ansiedad, recuerdos y emociones se han “agolpado” en mi mente y en mi corazón, resaltando con intensidad la ausencia física de mis padres y añorando la cercanía de mis amigos.
Mi sensibilidad se encuentra exacerbada y a flor de piel, dándole un valor especial al presente y “tímidamente” ha incursionado hacia el futuro deseado haciendo de la dimensión tiempo un suceso diferente al pasado reciente.
Hechos, personas, palabras y lugares “olvidados” han retornado al aquí y ahora, recobrando la importancia que en su momento tuvieron “despertando” nuevamente a mi conciencia.
Quince horas de largo camino a la ciudad de Monterrey causaron molestias a mi cuerpo físico, alentaron la incertidumbre del encuentro con mi querida hermana PERITA, quién se encuentra postrada en una cama de hospital luchando por recuperar la salud.
Durante horas mi mente “voló” al encuentro de instantes felices de mi juventud al lado de la menor de mis hermanos, la diaria travesía para llevarle al Jardín de Niños, su inmensa y contagiosa alegría cuando le llevaba al cine o a consumir un rico helado, sin olvidar cuando “sorpresivamente” desapareció del automóvil en el que viajábamos con mi compañero Carlos a quien ella conocía como “El Oso”.
Su angustiante búsqueda y feliz encuentro en la radiodifusora que transmitía en ese momento “Los cuentos del Abuelo Tito” a cargo de Don Augusto Caire.
La llegada al nosocomio acelero mis latidos cardiacos y libero adrenalina hasta que se dio el ansiado “cara a cara” con PERITA.
Ella serena y afectuosa abrió sus brazos y trato de esbozar la mejor de sus sonrisas, aunque no le fue posible ponerse en pie para poder abrazarnos.
Con hablar pausado agradeció la “visita” y compartió su preocupación por no saber cual es mal que le aqueja y por consecuencia su futuro vital.
En esos instantes comprendí cuanto tiempo se “desperdicia” en asuntos irrelevantes, como con “soberbia” pensamos que la gente que amamos siempre esta y estará para el momento que nosotros tengamos tiempo.
Con impotencia me reproche el tiempo que me he privado de disfrutar de sus jocosas anécdotas, alegría por la vida, innata vocación para amar y ser amada por cuanto ser se cruza por su camino, desapego por todo lo material e indeclinable lealtad a su familia.
A lo largo de su vida ha sido siempre el lazo que une a todos los hermanos, la maestra que nos ha enseñado siempre a encontrar un SI para que las cosas sucedan, dejando de lado excusas y pretextos.
Ese cuarto de hospital me recordó cuan frágil es la vida, lo intrascendente del éxito sino tienes a tu lado a los seres que amas, la humildad necesaria para pedir a Dios perdón por todas las imperfecciones personales y para solicitarle una nueva oportunidad.
Hoy la salud de mi hermana se encuentra en manos del Creador y del equipo de médicos que le atienden por lo que anhelo con fe que muy pronto abandone el hospital totalmente restablecida.
Con amor me despedí de ella con la promesa de muy pronto regresar para estar con ella.
Quince horas de viaje terrestre para regresar a casa volvieron a ser escenario de múltiples reflexiones.
He aceptado que el tiempo ha pasado en mi inacabado proceso por ser mejor ser humano, que mi cabello ha disminuido en cantidad y muestra tintes argénticos, que los kilos extras que carga mi anatomía deben ser eliminados con una buena alimentación acompañada de ejercicio, constancia y disciplina.
Me he propuesto olvidarme de títulos y galardones para enfocarme a atender de manera cariñosa, respetuosa y proactiva a todo aquello que me brinde la oportunidad de ser útil, privilegiando el tiempo con mi familia, atendiendo de manera comedida y expedita a mis amigos, comprometiéndome conmigo mismo a seguir probando diferentes caminos y formas para encontrar o mantener la felicidad personal y de quienes me rodean.
Desde el fondo del corazón y la luz de la inteligencia expreso mi infinita gratitud a Dios por brindarme este espacio de aprendizaje, Gracias a mis hermanos y familiares por su necesario y apreciado acompañamiento.
Gracias a mis amigos por aceptarme tal y como soy, por magnificar mis aciertos, por su alentadora “complicidad”, por compartir sus experiencias, alentarme en los momentos difíciles y estar siempre presentes.
Querida PERITA te dedico estas líneas y conceptos deseando que cada instante que transcurra te encuentres mejor… mejor… mejor.