Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Desde muy pequeños nos enseñan en casa, en la escuela y en la vida misma, que todo es competencia y que tienes que ser el mejor, pero rara vez te instruyen a que este deseo vaya acompañado de acciones éticas, esfuerzo, constancia, disciplina, humildad y trabajo en equipo.
Triunfar no significa hacerlo a como de lugar, ni tampoco a costa del sufrimiento o el sometimiento de nadie.
Triunfar debe ser la consecuencia de hacer las cosas bien y de buenas, de sumar actitud y aptitud en torno a una meta, de estar dispuesto a sumar mis fortalezas sin restricción ni condición alguna, a permitir que mis debilidades se eclipsen al encontrarse con las fortalezas comunes.
Por supuesto que para trabajar en equipo se requiere de un líder que posea la capacidad de identificar las cualidades de los integrantes para alinearlas y lograr magnificarlas.
Que tenga el tino y la experiencia para hacer de las debilidades espacios de oportunidad y crecimiento.
Para, a pesar de las diferencias evidentes, lograr construir metas comunes, entendiendo la riqueza que surge de la unidad en la diversidad.
Ejemplos hay muchos, no se entenderían los éxitos y los malos resultados logrados por CHECO Pérez sin la participación de todos quienes integran el equipo RED BULL, de ellos depende en mucho que el mexicano ocupe el pódium de triunfadores o solo sea un participante más de la carrera.
Misma circunstancia sucede con el equipo quirúrgico que interviene a un paciente, la mayoría de las veces solo se conoce al cirujano, pero este no podría atender solo al paciente, aún siendo una eminencia, sino que requiere del trabajo responsable de enfermeras, anestesiólogo y de otros médicos más.
Trabajar en equipo no significa quien sabe más o quien es el más deficiente, sino reclama de humildad para establecer acciones comunes, haciendo cada quien lo que sabe y debe, con la confianza de que NO tiene que ocuparse de todo el proceso, sino que cada integrante desarrollará eficientemente la parte que le corresponde.
El trabajo en equipo no se da por decreto, sino se construye soportado en confianza, resultados y metas comunes.
El que un grupo de personas coincidan en una nómina, en un espacio o actividad, solo les brinda la denominación de compañeros y tendrán que convivir, conocerse e identificarse para construir metas comunes que les transforme en equipo de trabajo.
El legendario basquetbolista Michael Jordán afirma que en el deporte de alta competencia los “solistas” o estrellas” son importantes porque convocan la audiencia, suelen otorgar prestigio a su equipo, pero que ellos “solo” pueden aspirar a ganar un partido, en tanto que los grandes equipos suelen ganar campeonatos.
Los grandes proyectos y logros de una nación no los consigue una sola persona, sino un líder proactivo acompañado de un extraordinario equipo de trabajo.
Trabajar en equipo significa “sacrificar” protagonismo para en contraste ser parte del logro colectivo, representa reconocer la contribución de los demás en la consecución de metas superiores, es la percepción del todo y no solo de un individuo.
Cuando un equipo no funciona el diagnóstico obtenido suele ser multicausal, no hay liderazgo, identidad, pertenencia ni sentido de orgullo por integrar a ese colectivo.
La soberbia se ha apoderado de alguno de sus integrantes, existen brotes de competencia interna que rebasa al deseo de superación, para convertirse en protagonismo, egoísmo y total amnesia respecto de la misión y visión que les había conformado como equipo.
De esta manera podrá integrarse una selección nacional, del deporte que se quiera, plagada de aparentes estrellas, pero si estas solo juegan para ellos y se comportan como si solo ellos valieran, el resultado suele ser el fracaso de todos.
Cuando se integra a un equipo de trabajo es necesario desprenderse del “YO” para hacer propio el “NOSOTROS”.
Un ejemplo clásico de trabajo en equipo es el que logran los integrantes de una Orquesta Sinfónica, al ejecutar bajo la batuta del director la parte de la partitura musical que le corresponde a cada quien, sin que predomine ninguna de las secciones que le integran, cuando esto sucede disfrutamos acústicamente de la belleza transformada en armonía y sonido.
Hoy nuestro país requiere de la construcción de metas comunes, de olvidar siglas y colores que dividen y polarizan a la sociedad.
Se puede pensar diferente, esto enriquece la visión colectiva, pero se requiere entender que “juntos somos más que dos”.
Cuando observamos el éxito de otras personas sin que esto dañe nuestra percepción de la realidad, cuando incluso festejamos el triunfo de los demás sin sentirnos dañados o agredidos, cuando disfrutamos del resultado sin egoísmo ni protagonismo significa que evolucionamos y vamos por buen camino.
Esta debería ser una lección de vida y un ejemplo para las generaciones presentes y futuras… estimado lector o escucha, usted tiene la mejor opinión.