Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Recién paso el “Día de San Valentín”, con marcados contrastes causados por presencias y ausencias, compañía, soledad, amor y desamor.
Cada quien tuvo ocasión para valorar, sentir y vivir su propia definición de amistad, algunos más del amor ya que incluso decidieron pedirle a su pareja ser novios o incluso formalizar su relación firmando un contrato de matrimonio.
El tiempo volvió a ser el mismo para todos, pero con percepción personal de su transcurrir, sentido y utilidad.
Es común que nuestro día a día transcurra caracterizado por “prisa” para comer, trasladarnos, trabajar e incluso vivir, lo cual ha convertido a la inmediatez en una característica de las generaciones actuales.
Esta “prisa” ha hecho que todo parezca “desechable”, autos, ropa, muebles, sueños, trabajo, relaciones humanas e incluso afectos personales
Estamos “saturados” de incontable información, dificultad para establecer “comunicación efectiva”, vivimos cambios recurrentes en paradigmas y valores, aprendemos, desaprendemos y reaprendemos en un ejercicio necesario de resiliencia, no solo para sobrevivir, sino para destacar y mantener intacta posición y status, haciendo del concepto vida algo muy personal.
El día tiene 24 horas, 1440 minutos y 86,400 segundos que muchas ocasiones son “desperdiciados” en actividades innecesarias y discusiones vanas.
“Almacenamos” enojo y rencores por motivos que no recordamos, atendemos lo “urgente” olvidándonos de lo importante, postergamos el encuentro con lo que nos hace felices, pensando con soberbia que las cosas que deseamos y las personas que amamos siempre estarán para el momento que tengamos tiempo.
Con el transcurrir de la vida vamos “descubriendo” el valor del tiempo, aprendemos que es un recurso no renovable, con fecha de caducidad e incomprable.
Gabriel García Márquez compartió: “Lo importante es aprovechar el momento y aprender su duración, pues la vida está en los ojos de quien saber ver”.
Para algunos la medición del tiempo de vida debería “solo” considerar los momentos de intensa felicidad por lo que el ejercicio aritmético estaría conformado por la suma de segundos, minutos, horas y quizá días.
Para otros se mide desde el momento del nacimiento hasta el último respiro, sin importar factores de satisfacción, logros, éxitos o fracasos y tristeza.
Suele ser común que perdamos el tiempo “preocupándonos” por cosas que muchas veces no suceden, dilapidando energía y atención, en acciones que hacen que el tiempo de nuestra vida disminuya en calidad.
El creador nos invita todas las mañanas a renacer, nos brinda una nueva oportunidad para “entender” que hemos llegado a este plano físico para aprender y ser felices, bajo nuestro propio concepto y libre albedrio, pero bajo los mecanismos universales que nos provee con generosidad y a los cuales negamos por miopía e ignorancia.
La filosofía oriental nos enseña que “Tenemos dos vidas: la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una”
Dice un proverbio tibetano: “El secreto para vivir más y mejor es comer la mitad, caminar el doble, reír el triple y amar sin medida”.
El paso del tiempo y la acumulación de años de existencia invitan a buscar estabilidad, alejarse de los riesgos, polémica, estrés e incertidumbre, esto no debe significar perder la capacidad de asombro, el deseo de seguir aprendiendo ni mucho menos privarnos de nuevas experiencias.
Sin duda, es “pérdida de tiempo” angustiarse por el pasado ya que este ya ha transcurrido, es lamentable estresarse por el futuro ya que aún no ha llegado y que en contraste es vital aprovechar con intensidad y de la mejor manera posible… el hoy.
Estoy convencido que mientras transitamos con rumbo a nuestro destino final, debemos disfrutar de la salud, los afectos, las oportunidades, la familia y por supuesto de la belleza del camino.
Aprendí que llega el momento en la vida, en el que quizá ya no sea tiempo de sembrar vides u olivos, pero que jamás debemos dejar de sembrar rosas para disfrutar de su aroma y embellecer el horizonte.
Norman Cousins nos legó este pensamiento: “La gran tragedia de la vida no es la muerte, la gran tragedia es lo que dejamos morir en nuestro interior mientras estamos vivos”.
Puedo concluir que… “Toda la vida es ahora”, les invito a que no dilapidemos el tiempo con “rounds de sombra” ni solo con promesas, es importante tener sueños, pero debe ser un compromiso hacerlos realidad.
Jamás olvidemos: ¡!mañana puede ser demasiado tarde!!