Un barquito en la pared, de Itzel Villalobos, está inspirada en el relato La mulata de Córdoba. Sin embargo, la dramaturga hizo una reescritura de la leyenda dando nombre a la injusticia que vivió el personaje de Soledad.
La Secretaría de Cultura federal y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), a través de la Coordinación Nacional de Teatro, presentan esta obra bajo la dirección de Faviola Llamas e interpretaciones a cargo de Fabiola Villalpando, Patricia Loranca / Paty Vaca, Mario González-Solís y Adriana Alonso. Su temporada se efectuará del 25 de abril al 19 de mayo, los jueves y viernes a las 20:00 h, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 h, en el Teatro El Granero Xavier Rojas del Centro Cultural del Bosque.
Este relato presenta a Petra y a su madre siendo testigos de una injusticia. Ellas observan cómo se llevan a Soledad, su vecina, acusada de un crimen que no cometió. La angustia de Petra se incrementa al pasar las horas. Mientras tanto, en la prisión, Soledad va hilando cuento tras cuento, buscando un modo de postergar su inminente condena.
En entrevista, la directora Faviola Llamas comenta acerca del contexto de este montaje: “Este texto es una reinterpretación de La mulata de Córdoba, es una realidad no romantizada de esta leyenda, la de un afrofeminicidio. Si bien es un tema fuerte, es importante empezar a desmitificar las leyendas, darles una lectura con perspectiva de género y acercarlas a las personas para crear sociedades más justas y críticas respecto al entorno que estamos viviendo”.
El desarrollo escénico se lleva a cabo en un México ya lejano, sin embargo, la puesta en escena intenta mostrar lo que ocurría en el pasado y sigue ocurriendo en el presente. El diseño de vestuario, por ejemplo, y a pesar de tener un enfoque de época, tiene algunos guiños del presente, que junto con los elementos de la multimedia se complementa lo atemporal, con la intención de hacer que esta leyenda tenga una relectura actual sobre un imaginario establecido.
“Los diálogos están escritos en verso, esto otorga una forma específica a cada acción a partir de la palabra, es así como el elemento sonoro adquiere gran relevancia en este montaje”, continuó la directora de escena.
“Con esta obra pretendo generar una reflexión sobre la situación de las mujeres en México, poniendo especial énfasis en las afromexicanas. También refleja el ‘síndrome del espectador’, el cual postula que las personas tendemos a ver injusticias sin hacer nada, pero cuando alguna persona logra actuar y hay resultados, las demás se unen para frenar las injusticias”, agrega Faviola Llamas.
Los diseños de iluminación y multimedia están a cargo de Karla Sánchez “Kiwi”.