Ante la incertidumbre, el miedo y el cuestionamiento, el ser humano puede encontrar fe y sentido en las artes. Bajo esta idea, bailarines de la compañía Ardentía de Reyna Pérez, en colaboración con la coreógrafa Paloma Gaspar de Alba y el videasta Omar Rodríguez, crearon Fragmentados, videodanza que refleja las vivencias personales que cada uno de los participantes ha experimentado tras el confinamiento por la emergencia sanitaria.
Esta creación colectiva podrá apreciarse el miércoles 2, jueves 3 y viernes 4 de diciembre, a las 21 horas, a través de la plataforma Contigo en la distancia, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y en el canal oficial de YouTube del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL).
La transmisión forma parte de Noches de danza, ciclo especial creado por la Coordinación Nacional de Danza para mantener cautivos a los espectadores que gustan de tener un contacto especial con este arte a través de la digitalidad, además de contribuir a que culminen su día con experiencias que estimulen sus sentidos.
Fragmentados cuenta con una narrativa que se representa en diferentes cuadros escénicos: Introducción, Cuestionamiento, Reflexión, Violencia, Valoración y Conclusión. En tan sólo seis minutos, los artistas buscan transmitir aquellas emociones y sensaciones que el confinamiento ha generado en las personas, entre ellas el miedo. Todo lo anterior, cobijado sonoramente con extractos de una pieza clásica del compositor alemán Johannes Brahms: el Cuarteto de cuerdas Op.51 en Do menor.
La maestra Reyna Pérez detalló que tras invitar a diferentes creativos a desarrollar un proyecto y analizar los escritos que cada uno envió, surge esta videodanza que tiene un gran simbolismo para ellos.
“Queríamos crear, contar nuestras historias y experiencias, seguir adelante. Si algo nos ha enseñado este confinamiento es la importancia de las artes en los momentos de adversidad. Este proyecto fue la herramienta que nos permitió abordar nuestras vivencias y sentirnos en comunidad sin tener que salir de casa. Para todos los artistas involucrados también fue un gran salvavidas en momentos difíciles. Teníamos una razón de ser, un propósito concreto, una historia que contar, teníamos voz. El artista puede soportar muchas cosas, ensayar por Zoom, bailar en pisos no aptos, hacer de su sala un estudio de danza y de grabación. Lo que no puede abandonar es su voz. Crear un proyecto en estos tiempos era esencial para nuestra supervivencia y bienestar”.
Para la también maestra de la Compañía Nacional de Danza del INBAL, uno de los mayores logros con esta videodanza es que se trata de un trabajo en equipo, pero de manera virtual. Los involucrados, desde la distancia y en su propio hogar, tuvieron que asumir diferentes papeles, desde productores y camarógrafos, hasta maquillistas y diseñadores de set, para lograr esta propuesta. Siempre con la asesoría de la coreógrafa, el videasta y un asesor teatral.
Sobre la creatividad demostrada con este trabajo, la directora de Ardentía compartió: “Tuvimos una toma que fue particularmente difícil. La toma cenital tenía que grabarse desde el techo hacia abajo, con la cámara perfectamente paralela al piso. El ingenio de los bailarines para lograr esta toma me pareció fenomenal. Usaron escaleras, pegaron su teléfono con cinta adhesiva al techo, subieron a sus mamás a la azotea. Hicieron un trabajo espectacular, y su esfuerzo se nota en el resultado”.