Dr. Rogelio Díaz Ortiz
La magia de la mercadotecnia volvió a “sentirse” con intensidad sin que el COVID, la influenza o cualquier tipo de crisis evitará que los centros comerciales, tiendas de regalos, restaurantes, cafés, florerías o bares se vieran rebasados por los ansiosos “compradores” de muestras de afecto, amor y amistad.
Se hizo una breve pausa a la cotidianidad que nos enfrenta todos los días con instantes de agresión, inseguridad, incertidumbre y soledad para dar paso a la recepción de tarjetas, mensajes, invitaciones e incluso obsequios, que nuestros amigos, familiares o pareja utilizaron para expresarnos su cariño.
Sin duda que esta fecha nos “obligo” a realizar una cernida al árbol de los afectos con la consecuente “actualización” causada por la partida de algún amigo, quizá el cambio de pareja o el fallecimiento de un familiar.
El “Día de San Valentín” se festeja el AMOR, sentimiento difícil de definir ya que cada individuo posee su propio concepto, aunque la mayoría coincide en afirmar que parte del respeto, aceptación sin condición y “mirando siempre en la misma dirección”.
El amor NO debe limitarse por origen social, profesión, ideología religiosa o afinidad político partidista, edad, sexo, color de la piel o idioma ya que nos permite ver con “otros lentes” todo cuanto nos rodea.
Algunos afirman que en el amor la locura es lo sensato ya que cuando se otorga se diluyen barreras, se magnifica la empatía y se construyen escenarios que hacen realidad lo que se consideraba imposible.
El amor a veces aparece donde menos buscamos y de quien menos imaginamos. Surge con espontaneidad, llenando nuestra vida de luz y de múltiples colores.
Establece una comunicación que va más allá de las palabras, sincroniza nuestras emociones y potencializa el encuentro con lo divino.
Por supuesto, el amor se diversifica para expresarse en favor de Dios, la vida, la familia, el trabajo, las plantas y los animales, el entorno y como “cereza del pastel” hacia el ser al que consideramos nuestro complemento, motivación, razón de vida, cómplice perfecto, compañero, “pareja”, amante, esposo (a) o bajo la denominación que nos permita ubicarle como recipiendario máximo de nuestros sentimientos.
Es el 14 de febrero una fecha especial que nos “humaniza” al reconocer que “necesitamos” del amor y la amistad como “combustibles” necesarios para estar sanos, hacer de lo ordinario algo extraordinario, de lo imposible algo realizable y del tiempo significativos momentos para vivir y trascender.
El amor implica generosidad y humildad que deben iniciar con nosotros mismos ya que suele ser común que NO estemos sensibilizados con la necesidad de amarnos y aceptarnos, tal y como somos, a recibir un alago, ni a reconocer cuanto valemos y cuan extraordinarios seres podemos ser.
El amor suele ser un proceso inacabado que no se da por decreto, sino que se tiene que edificar todos los días a través de hechos contundentes de lealtad, transparencia, honestidad, constancia, respeto, resiliencia, tolerancia, confianza y aceptación sin condiciones.
Algunos dirán que el amor es difícil de encontrar, otorgar y recibir por lo que se atreverán a negar su existencia, se cubrirán con un manto de desconfianza y con ello desaprovecharán la oportunidad de vivir con plenitud.
No en vano con sabiduría se afirma que el amor no necesita ser perfecto, solo necesita ser verdadero.
Coincido con quienes afirman que… finalmente somos lo que dejamos en el corazón de las personas.
La ocasión me es propicia para levantar la vista al cielo y agradecer al Creador por su infinita generosidad al otorgarme a mi alrededor, a un valioso grupo de seres humanos a los que considero mis amigos.
Expreso a ellos y ellas mi gratitud por su paciencia y tolerancia con mis muchas imperfecciones.
Reconozco en todos ellos un tesoro que merecido o no me ha otorgado el Creador y que me ocuparé en cuidarle con responsabilidad y pasión hasta el último aliento en este plano físico y de ser posible siempre en cualquier lugar en el que me encuentre.
De igual manera, manifiesto mi agradecimiento y profundo amor por quienes integran a mi familia, siempre amorosos, leales y respetuosos de mi formar de ser, pensar y actuar.
Desde el fondo del corazón deseo a quienes me leen o escuchan que este “Día de San Valentín” haya sido inolvidable y satisfactorio.
Deseo para todos, como siempre, que sean inmensamente felices…
¡!!Gracias todos por existir!!!