Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Prácticamente ha concluido el período festivo de Navidad e inicio del 2025, para dar paso a la cotidianidad que nos reta en materia física, emocional, económica, ambiental e incluso espiritual.
La naturaleza nos acaba de recordar que requiere de atención y acciones que eviten su deterioro, permitan su conservación y nos permita vivir en un entorno sustentable, con presente y futuro.
El temblor del fin de semana, teniendo como epicentro nuevamente Coalcomán, Michoacán, volvió a ubicarnos sobre que este tipo de fenómenos se presentan de manera inesperada y de magnitudes diferentes.
En este último, al parecer no hubo desgracias que lamentar, pero fue una contundente voz de la naturaleza para precisar, que se encuentra “viva”.
Por supuesto, NO podemos cerrar los ojos ante la desgracia ambiental en el vecino Estado de California, USA.
Cientos de hectáreas de bosques se han consumido por el fuego, llegando a la zona residencial y arrasando con un numero importante de viviendas ubicadas en esas latitudes.
El daño económico es incalculable, cientos de familias se han quedado en la calle, perdiendo sus pertenencias, patrimonio y lugar en donde vivir.
El incendio no diferencio entre ricos y pobres, casas pequeñas y residencias fueron calcinadas, provocando el éxodo de cientos de familias en búsqueda por conservar la vida.
Los que aún se mantienen en las cercanías del desastre, se encuentran sin gas, agua potable, teléfono, internet y electricidad, además del muy difícil acceso a las vías primarias de comunicación y a los lugares de abastecimiento de alimentos, haciendo sumamente penosa y peligrosa su insistencia de mantenerse ahí para cuidar sus pertenencias.
El daño ambiental es de alcances imposibles de cuantificar, el hábitat de animales y plantas locales ha desaparecido y sin duda alguna que tendrá un costo muy alto su recuperación.
Republicanos y Demócratas han hecho una tregua a sus diferencias para juntos enfrentar este devastador evento, una delegación de bomberos y rescatistas mexicanos se han trasladado a la Unión Americana para sumarse a las tareas de mitigación del incendio y la salvaguarda de los afectados.
Vale la pena mencionar que esta delegación fue recibida con beneplácito, orgullo y gratitud por parte de los miles de mexicanos que suelen habitar la zona del desastre.
No hace mucho tiempo en Valencia, España la tierra de cimbro causando daños monumentales a casas y edificios, vías de comunicación y servicios básicos. Ahí se tuvo que lamentar la muerte de cientos de personas, lo que adiciona al daño ambiental el dolor causado a familiares y amigos de las víctimas.
Ningún punto del planeta se encuentra exento de padecer de estas contingencias por lo que debemos siempre estar atentos, aprendiendo a convivir de una manera sana, respetuosa y estratégica con el medio ambiente.
Quizá suene reiterativo el señalar que se cometen a diario omisiones, descuidos y acciones que sistemáticamente afectan a la naturaleza, olvidando que “toda acción provoca una reacción”, aunque esta no se presente de inmediato.
En las últimas semanas, la presencia de familiares y turistas aumento el consumo de agua, gas, energía eléctrica, detergentes e insumos de limpieza en hogares y espacios de hospedaje, se observó la quema de todo tipo de materiales, incluidos neumáticos, en candiles callejeros, toneladas de madera en chimeneas, desperdicio de papel, adhesivos y moños en envoltura de regalos, plástico, botellas de cristal, loza desechable, servilletas y demás elementos utilizados en los diferentes festejos organizados por la época de fin de año.
Ahora la naturaleza nos recuerda que debemos cuidarla y respetarla, estamos padeciendo frentes fríos que no solo “congelan” las ideas, sino pone a prueba nuestro sistema inmunológico ya que gripe, influenza, COVID y demás entidades causantes de enfermedades de las vías respiratorias, están al acecho de cualquier debilidad para manifestarse con virulencia.
Contaminación, efecto invernadero, calentamiento global, energías limpias, sustentabilidad y cambio climático se han convertido en parte habitual de nuestra conversación o queja, pero no ha trascendido al ejercicio de acciones que reviertan sus consecuencias.
La alteración del biorritmo de la tierra causado por la contaminación del aire, agua, paisaje y entorno en general ha prendido los botones de alarma en angustiante llamado para cambiar la situación.
Las pruebas nucleares realizadas en otras latitudes han contribuido a lo que hoy padecemos y genera un exigente llamado para que cesen en su totalidad.
Ahora que recién inicia el 2025, debemos hacer un llamado a nuestra conciencia para tratar con respeto y amor al planeta; para dar importancia a lo que realmente lo tiene, para vivir con intensidad, paz, armonía, respeto y amor en jornadas renovables de 24 horas.
Este nuevo “saludo” de la naturaleza nos debe motivar para reconocer el tesoro de la vida, olvidar diferencias, valorar amigos, patrimonio y familia.
Está en nosotros permanecer como espectadores del inminente deterioro que padece el medio ambiente o volvernos agentes de un cambio de actitud que nos permita tener certidumbre en el presente y esperanza en el futuro.