Porque el tatuaje se ha vuelto un género artístico en proceso de ser reconocido por la crítica y los artistas, en el Flickr del Museo Nacional de la Estampa (Munae), recinto del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal), se presenta la exposición Del papel a la piel. Tatuaje y grabado, con curaduría de Pamela Xochiquetzal Ruiz Gutiérrez.
Realizada con el apoyo del público cautivo del recinto y con artistas emergentes, en ella se da cuenta de cómo este tipo de expresión se ha convertido en un nuevo género que aún falta por develar.
Divida en tres núcleos: “Cuestión de identidad”, “El caso de la reproductibilidad y la originalidad en la gráfica y el tatuaje” y “El tatuaje y las técnicas convertidas en estilo”, la exposición es un verdadero escaparate del arte que nació para ser apreciado y reconocido por los conocedores y los que aún se resisten a darle su lugar.
En el primer núcleo aparecen imágenes familiares a todo mundo, como algunos grabados de José Guadalupe Posada que se han vuelto universales, irrepetibles, inconfundibles y reconocibles desde el primer momento.
En las piernas de una joven —por citar un caso—, aparecen los tatuajes de dos calaveras que bailan al son que les toquen y que son fácilmente reconocidas por el trazo del grabador, ya no mexicano, sino universal. Es una obra de Enrique Dubost que toma como referencia la obra Jarabe de ultratumba, de Posada.
Otras imágenes que se repiten son la ya famosa Calavera catrina, que lo mismo aparece en los hombros o la espalda de los tatuados. Su trazo es una imagen imborrable.
También, en este núcleo se rinde un homenaje a la calavera de Francisco I. Madero: un libertador que en la imaginación de Posada aparece, con una botella de mezcal o tequila, listo para festejar su viaje al más allá. Es una obra de Eduardo El cuervo Licea.
En la segunda sección, “El caso de la reproductibilidad y la originalidad en la gráfica y el tatuaje”, aparecen trabajos más originales y alejados del grabado mexicano tradicional en cuanto a tema, no así en técnica.
Ahí se encuentra la imagen de una calavera que parece una sirena, pero cuya piel no es la de un pez, sino la de un cascabel. La imagen, de José Eduardo Serrano Limón, es impactante y tiene como referencia el linograbado La Tlanchana.
En esta misma sección, incluso, se hacen homenajes a grupos de rock, como al disco In utero, de Nirvana (cuyo cantante murió hace 30 años), a través del tatuaje de Azucena Zúñiga.
Por su parte, el tercer núcleo: “Las técnicas convertidas en estilo”, es, tal vez, el más original, ya que aquí los artistas emergentes siguen sus propios instintos creativos. Demonios públicos o privados, dragones, sirenas, santos, vírgenes y personajes literarios, entre otros temas, se exponen en este segmento, los cuales revelan gran calidad en su manufactura. Aquí, se muestran técnicas de tatuaje que son referencias directas a las técnicas de grabado: por ejemplo, el handpoke, donde la tinta penetra en la piel a través de pequeños golpes en la aguja; o la escarificación, considerada la forma más pura de grabado en la piel.
Esta práctica cultural milenaria, presente en todas las civilizaciones, cuyas técnicas y significados se han transformado a lo largo del tiempo, constituye una forma de apropiación del cuerpo y de construcción de identidades a nivel individual y comunitario. Hoy, los tatuajes con temáticas o diseños prehispánicos son muy populares, por su belleza y por representar un vínculo con el pasado y la identidad mexicana, expresa la curadora en su texto de presentación de la muestra virtual.