Por. Alfredo Gallegos L. “Padre Pistolas”
En el evangelio de San Juan, que es el más profundo, aparece la promesa del Espíritu Santo, Cristo vino a este mundo sometido a todas las leyes humanas desde nacer hasta morir, pero también tenía que regresar al Padre Celestial, al cielo de donde venía, y prometió y luego cumplió con darnos al “Espíritu Santo” que vive y está entre nosotros y
transformar a los apóstoles de mensos a comprender perfectamente el evangelio, de cobardes en valientes, al grado de decir primero tenemos que obedecer a Dios que a los hombres de unos inútiles, egoístas, ambiciosos, etc., en milagrosos, bastaba que les diera la sombra de San Pedro a los enfermos para sanar, a comprender y predicar el evangelio, al grado que los entendían todos los hombres de todas las culturas e idiomas.
-Convirtió a los apóstoles en gente constante y que por ningún motivo se desanimaban con una fe inquebrantable, a prueba de cualquier dificultad, en gente que vivían pobres, pero que no les faltaba nada, porque todos cooperaban y vendían sus casas y sus tierras para repartir en dinero entre los más necesitados, pero sobre todo en apóstoles muy amorosos hacia el Padre Celestial, hacia Cristo y sobre todo hacia el prójimo porque veían a Dios en
cada uno de los humanos.
-Hasta entonces los dioses de todas las religiones, incluyendo la judía, eran inhumanos, déspotas, castigadores, implacables del mal, terribles, injustos, prepotentes y sobre todo muy alejados del pueblo, todo eso cambió porque el Espíritu Santo está dentro de nosotros es llamado el “paráclito”, palabra griega que significa: Abogado defensor, consolador en el sufrimiento pero, sobre todo que animaba en tiempos de guerra a los soldados a seguir
luchando hasta la victoria en caso de que se desanimaran en la batalla.
-Felipe bajó a la ciudad de Samaria, eternos rivales de los judíos y los convierte al cristianismo, y más tarde mandan a San Pedro y San Juan a confirmarlos y a darles al Espíritu Santo, siempre con el testimonio de curar a los enfermos, tarea que han perdido los obispos y sacerdotes, por lo cual es inútil la predicación porque les falta el testimonio, tanto por falta de un dispensario bien surtido de medicinas, como buenos médicos y sobre todo que lo hagan gratis, no haciendo negocio, a veces ni si quiera curamos a los sacerdotes que viven más pobres, se mueren por falta de atención.
-Nos falla mucho la humildad, el respeto a las personas y sobre todo sin tener tranquila nuestra conciencia.
-Seguir a Cristo es seguir el camino de la cruz y del sufrimiento dice San Pedro; todos sufrimos pero es mejor sufrir haciendo el bien que haciendo el mal.
-Debemos estar conscientes que vamos a ofrecer nuestra vida siendo martirizados o agotando nuestra vida con el servicio o diario, pero vamos a resucitar para siempre, para mí no existe la muerte porque voy a pasar de la vida natural mundana a la vida eterna.
-Compadre: ¡Cómo hay de prostitutas!.
-¿Usted se dejaría por $1,000.00?.
-¡No compadre, cómo cree!.
-¿Y por $5,000.00?.
-¡No compadre!.
-¿Y por $10,000.00?.
-Bueno, eso ya está de pensarse.
-Ya ve compadre, ¡hay un chingo!.
-Lo que falta es dinero.
Que Dios los bendiga.