Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Se cumplieron los primeros cuatro años del mandato presidencial de Andrés Manuel López Obrador por lo que propios y extraños han realizado un breve análisis de logros y fracasos, promesas y compromisos cumplidos.
Lo primero que llama la atención es que López Obrador ha sorprendido hasta sus más cercanos afectos al mantener una ascendente aceptación en la población del país, lo cual no se vio en los sexenios panistas ni priistas.
Sigue marcando la agenda nacional utilizando de manera magistral la conferencia de prensa de cada mañana para magnificar o diluir sucesos, encontrar justificaciones para sus decisiones, encontrando en el “ataque” a la corrupción y a los “Fifis”, así como la utilización de adjetivos peyorativos a sus opositores, como el común denominador de todo cuanto dice, planea y ejecuta.
Sin duda que estos cuatro años se han caracterizado por claros oscuros que van desde la cancelación del proyecto de construcción del nuevo aeropuerto de la ciudad de México hasta el incremento del salario mínimo.
Ha “creado” un modelo de encuestas que siempre le resultan favorables para “socializar” acciones polémicas como la construcción del Tren Maya o una termo eléctrica sin que sus detractores den señales de alguna respuesta.
Con audacia y sin aparente planeación estratégica ha establecido una guerra contra la venta de huachicol provocando el desabasto y encarecimiento del gas y los hidrocarburos, lo cual les se ha expresado en aumento en su precio que en otros tiempos hubiera causado manifestaciones sociales.
El anuncio de la suspensión de apoyos a la industria cinematográfica ha puesto en riesgo la entrega de los “Premios Ariel”, existe gran incertidumbre en actividades de investigación, culturales, artísticas, deportivas y de promoción turística al no “entender” que son elementos primarios en la reconstrucción del tejido social.
Su triunfo en el senado, congreso federal y congresos locales para la aprobación de la permanencia en las calles de la Guardia Nacional es un ejemplo contundente del poder y control que posee en estos importantes espacios de toma de decisiones.
En unos días se discutirá su proyecto de reforma electoral por lo que miles salieron a las calles en todo el país para “defender” al INE, pero esto solo “envalentono” al ejecutivo federal para convocar a su propia marcha en un claro ejercicio de desdén a la opinión a quienes no piensan como él.
La distribución de los apoyos sociales a jóvenes y adultos mayores le han generado clientelismo político en contraste con la amargura y frustración con que fue recibida la desaparición de los comedores comunitarios, las guarderías, la falta de medicamentos y la atención a los niños con cáncer.
Quizá su talón de Aquiles sea el creciente nivel de violencia e inseguridad en varias zonas del país, el incorporar a la agenda legislativa el siempre polémico tema del Aborto, sin olvidar el bajo o ausente perfil de quienes dirigen algunas de las dependencias gubernamentales más importantes.
A expertos y profanos preocupa el impacto en la percepción de los” bandazos” en el manejo del Turismo, la incertidumbre respecto al presente y futuro de PEMEX, la lentitud para la conclusión de obras de infraestructura como el Tren México – Toluca, hospitales y centros de salud, la mala calificación emitida por las certificadoras internacionales, así como la improvisación en momentos o acciones vitales para generar certidumbre y confianza.
Estoy seguro que Andrés Manuel sabe perfectamente lo que está haciendo y hacia donde va, muchos no lo entienden – así lo dijo el propio Secretario de Gobernación – pero López Obrador se ha preparado para hacer realidad su “famosa” cuarta transformación y sin rubor alguno ha exhibido a sus “corcholatas” para que le sucedan con el innegociable compromiso de dar continuidad a lo que él considera su legado.
De la denominada “oposición” no vale la pena ni mencionarla ya que prácticamente es inexistente y los pequeños esfuerzos de “algunos” por ser un contrapeso político al presidente se encuentran fragmentados, sin una presencia que motive y emocione a nadie.
A pesar de todo, soy de los que desea todo tipo de éxitos al presidente de la República ya que “considero” lleva implícito el que, de ser así, a todos nos vaya muy bien.
Algunos me dirán que “soñar no cuesta nada”