Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Diferencias insignificantes han sido excusa para iniciar una guerra, pretextos para acabar con una civilización, destruir y conquistar, separar y alejar.
Prácticamente todos los días nos vemos inmersos en escenarios de violencia y hostilidad por lo que de manera “inconsciente” hemos agregado a nuestra cotidianidad noticias, hechos, ficciones cinematográficas y televisivas además de la “convivencia” con pensamientos, palabras y acciones relacionadas con este ejercicio que desune y daña a la sociedad.
Hoy en día uno de los retos más recurrentes que enfrenta la sociedad de todo el mundo es el establecimiento de efectiva comunicación, lo mismo con la familia que con los amigos, en el ámbito laboral y en la cotidiana convivencia con los demás.
Con facilidad incrementamos el tono y el volumen de nuestra voz causando con ello “distancia” y replica que impiden se establezca la necesaria comunicación “efectiva” con nuestros semejantes, incluso con quienes afirmamos son nuestros seres queridos.
La inseguridad y violencia que pulula por los cuatro puntos cardinales de nuestro amado México, divide opiniones y preferencias “lastimando” valores de identidad, pertenencia y orgullo colectivo.
El país se ha fragmentado en “fifís”, neoliberales, conservadores, chairos, seguidores y antagonistas de AMLO, valiéndose, en muchos de los casos, de campañas de descalificación, rumores y enfrentamiento, lo mismo en las redes sociales que en la Cámara de Diputados e incluso el propio Senado de la República, dañando con ello al “sensible” tejido social, generando incertidumbre y un ambiente hostil que trasciende a la cotidianidad nacional.
Hoy nuestro país requiere de ejercicios auténticos de unidad, identificación de coincidencias y dilución de todo aquello que nos aleja y confronta.
Para ello, es necesario despojarse de intereses personales, protagonismos estériles y la “contaminación” que pueda darse al involucrar siglas, colores y caudillos sin reglas estrictas, claras y transparentes de convivencia, tolerancia y respeto.
Estamos a menos de dos años para el relevo en la titularidad del ejecutivo federal y es notorio que las campañas políticas para sucederle han iniciado.
De inmediato han surgido grupos de apoyo a los pre candidatos visibles del partido en el poder, en tanto que de manera muy modesta la oposición apenas se atreve a filtrar nombres de hombres y mujeres que podrían representarle.
Los mercadólogos y “creadores” de imagen han iniciado su trabajo para “vendernos” a candidatos que cautiven al electorado y conquisten su confianza para acudir a las urnas en el cada vez más cercano 2024.
No hay que olvidar que el fenómeno de la percepción es “fabricado” de muchas maneras para ser utilizado en beneficio de una persona o proyecto y que muchas veces se encuentra totalmente alejado de la realidad, pero quienes se especializan en “construirlo” aplican aquello de que… una mentira repetida varias veces se convierte en verdad.
Ya es cotidiano escuchar a los pre candidatos tener planes, programas y soluciones mágicas para desterrar la corrupción, acabar con la inseguridad y la pobreza, crear miles de empleos, dotarnos de servicios públicos de primera, generar becas, crear escuelas, construir carreteras, hospitales e incluso disminuir los impuestos.
Sin duda alguna que la era digital con todas sus variantes es una nueva herramienta en la ya amplia baraja de posibilidades que los políticos y sus equipos utilizarán para intentar conquistar la preferencia y el sufragio de los electores.
Un eficiente vehículo utilizado para crear percepción son las redes sociales, lección confirmada durante la pandemia, por lo que se han “creado” legiones enteras de “expertos” para utilizarlas para formar o destruir imagen, por lo que habrá que tener cuidado en lo que dicen, niegan o afirman.
En los siguientes meses habremos de “enfrentar” el bombardeo de todo tipo de información, surgirán atributos y cualidades, defectos y aberraciones, historias familiares, amigos “incomodos” y todo ello generado por los estrategas locales y extranjeros que hacen del período electoral su mejor época.
Por lo pronto, hagamos acopio de amor por México y “construyamos” escenarios de paz, el camino más seguro para ello será con el sano entendimiento de que en la diferencia puede haber unidad, de la permanencia del dialogo como estratégica medida para encontrar soluciones, para diluir la intolerancia y el ejercicio del poder por el poder.
No olvidemos que la PAZ es un bien indispensable para tener presente y visualizar el futuro con esperanza, es una herramienta vital para enfrentar las amenazas que podemos ver con claridad e incluso aquellas que ocultas acechan a la sociedad.