Raúl Ramírez es un artista arriesgado, explorador de la noche y de la tierra, de la textura y el color, y quien hace de la cotidianeidad su musa para plasmar sus vivencias en el lienzo.
Originario de Oaxaca, aunque desde hace varios años radica en Chiapas, Ramírez resalta en su trabajo temas como el toro, la noche, la tierra, los peces, las plañideras “hago múltiples series y abarco diferentes temas, soy un artista que gusta de explorar y tomar riesgos, mi obra es un constante vaivén de posibilidades y formas, ansiosa, errática y muy humana, evolutiva y en movimiento, por eso también podemos encontrar paisajes, cactáceas, maniquíes y personajes oníricos, máscaras, animales, estrellas, lunas y un largo etcétera que son inspirados por mi entorno”.
En su evolución como artista, Raúl Ramírez asevera haber aprendido a jugar mucho con los colores “mi paleta es muy vibrante y colorida que se traduce en el lienzo como la fiesta, la alegría, la música y los sabores mexicanos, es lo que quise ensamblar en mi obra desde que comencé y ese es mi resultado”.
Al hablar de sus influencias en el arte plástico Ramírez reconoce a grandes artistas como Francisco Toledo, Rufino Tamayo, Matisse, pues ya lo dijo en una reseña Jesús Quintero (2021) “en la obra de Raúl Ramírez hay un diálogo de dos tradiciones acordes: el modernismo mexicano y cierta estética de las vanguardias europeas del siglo XX, específicamente de la expresionista y la fauvista. Entre las herencias que Ramírez recoge están la espontaneidad del grupo CoBrA y el imperio de tonalidades de Matisse, los colores de Tamayo y las texturas de Toledo”.
El trabajo de Ramírez se basa más en su ojo crítico y una formación férrea y constante que comenzó en una adolescencia que le dejó claro su futuro al transitar por cuanto museo se cruzaba en su camino, así como por talleres y cursos que le enseñaron las técnicas de pintura, escultura, grabado, serigrafía y arte objeto.
El artista oaxaqueño tiene una larga trayectoria ya en el mundo del arte donde asegura ha buscado perfeccionar sus trazos con diferentes técnicas, con disciplina y mucho amor a lo que hace, lo que le ha abierto las puertas de países como China, Francia, España, India, Estados Unidos Perú, Ecuador, Argentina, México, entre otros, donde ha dado a conocer su trabajo en reconocidas galerías.
Para Raúl todas sus obras son importantes, sin embargo, El Zapata, una obra al óleo, es la que en particular considera que lo representa “porque siento que en ella plasmé lo que realmente es mi trabajo”.
Comenta que el toro es muy representativo, lo tiene prácticamente en todo su trabajo, ya que lo remonta a su infancia y es un tema muy personal, que prácticamente lo tiene en todos sus trabajos: bronce, serigrafías y óleos grabados que a la fecha han sido parte de alrededor de 70 exposiciones tanto nacionales como internacionales.
“En particular y a decir también de un buen amigo y maestro, considero que para pintar no se requiere estar o no estar inspirado, ya que las ideas vienen del trabajo constante del artista, bocetos, papeles arrugados en la basura, lienzos esperando su turno para ser transformados, frustraciones, accidentes con la pintura, buenos trazos, obras maestras”, concluye.