El Porvenir de Cuitzeo

Comunicación, orientación e información sobre las relaciones de pareja contribuye a noviazgos sanos entre adolescentes

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Durante la fase del desarrollo de la adolescencia, que transcurre entre los 12 y 17 años de edad, es común que comiencen las relaciones de pareja, y vivir esta etapa de la vida a plenitud, de forma sana, sin violencias y con el goce de los derechos humanos, es fundamental para tener a su vez, una vida adulta también de bienestar.

La Secretaría Ejecutiva (SE) del Sistema Nacional de Protección Integral de Niñas, Niños y Adolescentes (Sipinna), adscrita a la Subsecretaría de Derechos Humanos, Población y Migración de la Secretaría de Gobernación difunde herramientas que ayudan a prevenir la violencia en pareja:

  • Partir de que las bases de las relaciones son el respeto, la comunicación, la negociación y el disfrute del tiempo en pareja.
  • Comunicar a la pareja, de manera clara y respetuosa, las preocupaciones, molestias y también las cosas positivas.
  • Aprender técnicas de relajación.
  • Darse espacios y tiempos para hacer actividades individuales.
  • Mantenerse firme en las decisiones.
  • Trabajar con las emociones.
  • Cuando algo molesta, pensar antes de actuar.

La SE del Sipinna nacional exhorta a padres, madres y personas cuidadoras, así como a autoridades de los tres órdenes de gobierno e instituciones cuyo quehacer está ligado a niñas, niños y adolescentes, y también las dirigidas a tareas en materia de género, a propagar estas herramientas entre las y los adolescentes.

Adicionalmente, como parte de la difusión alrededor de este tema, es importante orientar e informar a las y los adolescentes que las violencias, no solo pueden ser físicas, sino que también se manifiestan a través de acciones, conductas y comportamientos controladores que, incluso, al normalizarse no se identifican como agresiones o que, al tolerarse se les resta importancia, aunque generen incomodidad.

Diversas situaciones alertan sobre una persona en situación de violencia en el noviazgo, entre ellas, celos, cambios severos de humor, necesidad de control en la relación, descalificación, humillación, indiferencia, manipulación, presión y amenazas. Asimismo, la revisión de pertenencias personales como el diario, teléfono móvil, correo electrónico y mensajes mediante dispositivos digitales.

Es primordial orientar a las personas adolescentes que las violencias pueden derivar también en aislamiento obligado o inconsciente y omitir o negarse a conversar acerca de los conflictos en la pareja.

La SE del Sipinna nacional como parte de la labor permanente, desde diversos espacios difunde información sobre este tema y promueve que sea compartida entre el grupo poblacional adolescente. Una de estas vías son los webinar que constantemente organiza o en los cuales participa, como fue el que se denominó ‘Las violencias durante la adolescencia’, el cual destaca porque estuvo dirigido a estudiantes de educación media superior.

Entre la información que difunde está, por ejemplo, el criterio común para clasificar las violencias, la cual puede partir de dos factores: el modo en el que se ejerce y la persona o personas que la ejercen.

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) la violencia es el uso intencional de la fuerza física, como amenaza contra sí mismo o contra una persona o grupo o comunidad, que tiene como resultado la probabilidad de daño psicológico, lesiones o incluso, la muerte.

En lo que corresponde a las violencias en pareja, se encuentran la física, la emocional y la sexual.

Las consecuencias más comunes de las violencias entre adolescentes son la baja autoestima, síntomas depresivos, trastornos psiquiátricos, consumo de drogas, conductas sexuales de riesgo y bajo rendimiento académico.

Otra forma de violencia entre adolescentes es la del acoso escolar, que puede incluir daños corporales, abusos y agresiones sexuales, así como ciberacoso, comentarios con connotación sexual, riñas físicas y violencia psicológica, como burlas, insultos y exclusión o denegación de recursos.

Por ello, es fundamental que madres, padres y personas cuidadoras tengan comunicación permanente con las y los adolescentes, orienten y brinden información como la anterior, a fin de acompañarles para desarrollar una vida física y emocional sana, sin prohibir sus derechos.

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