“Retratada por los fotógrafos más importantes de la época, Frida Kahlo no fue una modelo pasiva, sino que ella, con una gran sensibilidad y conocimiento de sí misma, lanzaba la pelota para que el otro artista contestara y construyeran algo juntos”, explicó la fotógrafa Cayetana Torres, quien ofrecerá la conferencia Aproximaciones a Frida Kahlo desde cinco retratos fotográficos a través del Facebook del Museo Casa Estudio Diego Rivera y Frida Kahlo, este 8 de marzo a las 16:00 horas, en el marco del Día Internacional de la Mujer.
Detalló que la charla será un acercamiento a la vida de la pintora desde la fotografía: esta última, entendida no solo como un registro de la realidad, sino como un medio que devela informaciones sobre la artista y el momento en que se realizó la imagen: “Frida Kahlo era consciente de su corporalidad, lo cual fue muy importante tanto en su obra como en el personaje que construyó como modelo para otros artistas”.
“Su forma de vestir, de posar, los elementos que la acompañan son parte de una construcción discursiva que ella hizo de su imagen y que podemos ver a través de sus fotografías, algunas de las cuales se hicieron muy famosas no solo en México, sino en el mundo”.
La también investigadora explicó que, desde muy joven, Frida tuvo una relación estrecha con la fotografía por su padre: Guillermo Kahlo; pero también a través de amigos suyos como los artistas de la lente Lucienne Bloch, Lola y Manuel Álvarez Bravo o Tina Modotti; y aunque no fue su medio, le ofreció un lenguaje.
Asimismo, añadió que entre sus retratos más famosos están los de Nickolas Muray, sobre los cuales abundará: “Fue el primero en hacerle retratos a color. Esto fue muy importante, pues el color es algo muy asociado con su iconografía y que la hizo famosa en todo el mundo, por la riqueza de texturas de su ropa, sus adornos, los elementos y espacios que utilizó”.
“Muray era un fotógrafo que trabajó para la revista Haper’s Bazaar, retrató a muchas celebridades y fue de los pioneros en el uso del color. Creo que ella se dio cuenta de su despliegue técnico y de que juntos podrían construir un discurso, el cual explotaron los dos a su manera”.
“Por ejemplo, Muray hizo las fotografías de Frida para la revista Vogue, que fueron muy famosas, con el fondo verde y otras con un rebozo magenta, que son como fotos de estudio. Pero también está Frida en una azotea del hospital, Nueva York (1946), en donde vemos a la pintora en medio de una ciudad muy gris, muy apagada, y ella es como una llama en medio, con muchísimo color, con muchísima riqueza. Esta imagen la proyectó y consiguió que se la empezara a identificar como un ícono no solo del arte mexicano, sino de la mexicanidad en general”.
Destacó que, al ser consciente de su corporalidad, la artista entabló juegos y diálogos con otros artistas y con ella misma: “Hay que recordar que casi un tercio de sus obras son autorretratos: esta consciencia de su cuerpo la lleva, incluso, a ser transgresiva frente a la lente, como en la foto en la que sale junto a sus hermanas, donde está vestida de hombre”.
“Es una imagen que tomó su papá cuando ella era muy joven, la cual nos dice que sabía sobre las implicaciones del cuerpo para definir la identidad, por la vestimenta, la pose, la actitud, la mirada. Pero también nos habla de que ella sabía que un retrato implica un cruce de imaginarios entre el fotógrafo y el modelo, y es algo que supo usar muy bien”.
“Además de su manejo corporal, hay una implicación muy importante de la vestimenta, cuando decidió utilizar prendas tradicionales: de los más conocidos, es el de tehuana. Creo que detrás de esta elección hay una intención de ocultar sus dolencias o cuestiones más físicas, a favor de una imagen de mujer fuerte y orgullosa de sus raíces”, comentó.
Por último, expresó que a través de esta charla ofrecerá al público elementos para leer a la artista a través de sus imágenes, con el objetivo de abrir otros acercamientos a su obra y vida.