Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Ha iniciado 2023 con muchas y diversas expectativas, la renovación de funcionarios en estratégicos espacios, la muerte de liderazgos de corte mundial, la captura de Ovidio Guzmán, un “nuevo” accidente en el transporte colectivo, METRO, así como la visita a México del presidente de los Estados Unidos de América y del Primer Ministro de Canadá, todo ello ha cautivando el interés y causado múltiples hipotesis sobre sus repercusiones.
Tal y como sucede cada inicio de año, llego el momento de enfrentar las consecuencias del uso indiscriminado de la tarjeta de crédito, endeudamientos diversos, la adquisición de regalos, viajes largos y cortos, la inversión realizada para las cenas de Navidad y Fin de Año, así como el uso de los recursos económicos demandados por la añeja tradición de los “Reyes Magos”.
Es el mes de enero escenario para el pago del impuesto predial, el refrendo vehicular, el interminable aumento en el precio de las gasolinas, los efectos financieros de la volatilidad en la paridad del peso ante el dólar, “ajuste” en el precio del gas combustible, así como la “aparición” de gastos generados por el regreso a clases por lo que Casas de Empeño, Cajas de Ahorro y visita a los familiares “ricos” es parte de la búsqueda de una solución para evitar “caer” al buró de crédito.
Es por todo esto que se ha hecho popular aquello de que ya inicio “la cuesta de enero”.
Como cada principio de año nos encontramos llenos de propósitos, planes y promesas.
Todos aspiramos a gozar de salud por lo que nos hemos comprometido a realizar ejercicio físico por lo que clubes deportivos y gimnasios incrementan sus visitas, aunque con el transcurrir de los días muchos deciden postergar este compromiso.
Nuestra anatomía “carga” con “algunos gramos” o kilos de más como consecuencia de la ingesta de viandas y bebidas sin control, deliciosos postres y nula actividad física en el denominado “puente” Guadalupe – Reyes, por lo que ahora presumimos la visita al nutriólogo y la ingesta de una dieta a base de alimentos “sanos”.
Habrá que ver por cuanto tiempo nos mantenemos con esta disciplina, ya que se “acerca” el consumo de los clásicos tamales el cada vez más cercano “día de la candelaria”.
Es 2023 año de intensa labor política ya que habrá elecciones en Coahuila y en el estratégico Estado de México en un ejercicio de raund de sombra para la elección cumbre del 2024 en el que se elegirá a un nuevo presidente de la república.
Por ello es que estaremos “saturados” de anuncios, discursos, promesas, “descalificaciones” y “guerra sucia” entre quienes aspiran a “representarnos” convirtiéndose en la opción, al menos, menos mala.
Los ciudadanos nuevamente esperamos que en el 2023 podamos gozar de mejoría en los servicios públicos, seguridad, transparencia y rendición de cuentas de los recursos administrados por los tres niveles de gobierno.
Ojalá que antes de iniciar con una nueva obra pública “terminen” con las muchas que se encuentran en proceso de construcción, los distribuidores viales en la ciudad de Morelia son crudo ejemplo de pésima planeación y atroz ejecución.
Quejarse no solucionará los problemas, trabajar con disciplina y creatividad potenciará la obtención de resultados positivos y satisfactorios.
Si bien es cierto que el paso del tiempo y la acumulación de años de existencia invitan a buscar estabilidad, alejarse de los riesgos, el
estrés y la incertidumbre no implica perder la capacidad de asombro, el deseo de seguir aprendiendo ni mucho menos a dejar de disfrutar de nuevas experiencias.
Recuerdo a quien con sabiduría y estrategia dijo: “Yo planifico y luego hago que las cosas sucedan.”
Desde el fondo del corazón les recuerdo que pensar, construir y provocar el futuro deseado será la diferencia entre decir y hacer, crecer y trascender, éxito y fracaso.
Disfrutemos del 2023 con esperanza, proactiva actitud y hagamos posible todo cuanto deseamos.