Ramón López Velarde (1888–1921), de quien este 15 de junio se evocó el 133 aniversario de su nacimiento y el próximo sábado 19 de junio se rendirán honores por el centenario de su muerte, es quizá el poeta más y mejor interpretado de la toda la poesía mexicana, pero también de quien existen las mayores lecturas pendientes.
Así lo consideraron los escritores Juan Villoro y Fernando Fernández al participar en el conversatorio “La patria diamantina de Ramón López Velarde”, organizado por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), y el cual fue transmitido por el canal INAH TV en YouTube, en el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México.
En la actividad académica, que también contó con la participación del director del Museo Soumaya, Alfonso Miranda Márquez; del director del Centro INAH Aguascalientes, Héctor Castanedo Quirarte, y de la directora del Museo Regional de Historia de Aguascalientes, Violeta Tavizón Mondragón, comentaron que si bien todas las páginas líricas del escritor zacatecano apenas suman 900 cuartillas, en la realidad se trata de una obra que ha probado ser inabarcable.
“Mientras hablo –señaló Juan Villoro–, seguramente se está publicando otro libro acerca de López Velarde. Esto quiere decir que es un poeta al que volvemos con una continua novedad, un escritor que no deja de interrogarnos”.
El también autor de El Testigo, obra en la que el bardo zacatecano se vuelve un personaje, señaló que no obstante que plumas como las de Octavio Paz, Xavier Villaurrutia, José Emilio Pacheco o Guadalupe Appendini, entre otras, han abordado diversos aspectos de la lírica de López Velarde, en 2020 o, incluso, en este 2021, continúan publicándose nuevas visiones en torno al escritor.
Ejemplos de ello, citó, es el Diccionario lopezvelardeano, de Marco Antonio Campos; El acueducto infinitesimal, de Ernesto Lumbreras, o el libro de ensayos Ni sombra de disturbio, de Fernando Fernández.
Este último autor, quien en su intervención recomendó el texto de Martha Canfield, La provincia inmutable, que aborda la presencia de las mujeres en la obra de López Velarde, apuntó que un gran terreno pendiente de explorar del zacatecano es su prosa política, la cual si bien ha quedado al margen de la crítica durante décadas, “puede volverse un atractivo campo de acción para los nuevos velardeanos”.
En este sentido, Alfonso Miranda brindó un contexto acerca del contexto político-social y artístico dentro del cual nació y se desarrolló el autor homenajeado; un ambiente que, dijo, se refleja en la prosa y la poética de López Velarde como una “fe hacia la modernidad, pero también como una nostalgia hacia la imagen rural”.
Al hablar de la evocación velardeana a la vida rural y a sus patrias chicas en Zacatecas y Aguascalientes, los tres escritores repararon en La suave patria, obra que encumbró a López Velarde durante los meses posteriores a su muerte.
Villoro refirió que José Vasconcelos fue un amigo de López Velarde, “no muy cercano, pero amigo al fin”, quien como secretario de Educación, imprimió 60 mil ejemplares de La suave patria, poema que ha sido confundido durante muchos años bajo la idea de que celebra las glorias nacionales de manera patriotera.
“Antes de este texto, López Velarde publicó un artículo llamado Novedad de la patria, el cual puede considerarse el programa teórico del poema; y es en este escrito donde nos habla acerca de cómo debemos avanzar a una patria más personal e íntima, que nos represente a través de los sentimientos, y no a una patria grandilocuente a la que solo le importan los próceres”.
Ramón López Velarde, concluyó Villoro el escritor, no es un poeta nacionalista, “si por esto se entiende la aprobación del discurso oficial, ya que tan solo en La suave patria hay más alusiones al catolicismo que a las fiestas cívicas”; sin embargo, ironizó, “es también natural que un poeta no decide cómo será leído en la posteridad”.