El Porvenir de Cuitzeo

El Inehrm analiza la figura de Agustín de Iturbide a 200 años de su muerte

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Para fomentar el análisis de la historia de las transformaciones, sus episodios y sus controversias, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (Inehrm), institución de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, invita al Foro “Sombras y retratos del consumador. 200 años de la muerte de Agustín de Iturbide”.

Esta actividad académica se llevará a cabo el miércoles 19 de junio de 2024 a las 17:00 h (tiempo del centro de México) en el formato híbrido: presencial, en la sede del instituto, ubicado en Plaza del Carmen 27, San Ángel, CP. 01000, alcaldía Álvaro Obregón, Ciudad de México; y transmitido en directo por Facebook (/inehrm.fanpage) y en YouTube (Canal INEHRM).

En el encuentro participarán la historiadora, investigadora y catedrática de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México (FFyL-UNAM) Cristina Gómez Álvarez, con el tema de la historiografía de Agustín de Iturbide; el historiador del arte e investigador del Seminario de Historia Militar y Naval Gustavo Pérez Rodríguez, con el tema de las representaciones artísticas del fusilamiento y honras fúnebres del primer emperador mexicano; así como el historiador investigador del Inehrm Eduardo Orozco Piñón, quien abordará los discursos cívicos sobre Iturbide en el siglo XIX; contarán con la moderación de la investigadora del instituto María Fernanda Minero.

Iturbide ha sido considerado por algunos como el “Héroe de Iguala” y consumador de la Independencia debido a su papel en esa última etapa del proceso, y señalado por otros como traidor y contrarrevolucionario al convertirse en emperador del Imperio mexicano.

Por más de un siglo, el sistema de educación básica mexicana fomentó el desprecio al emperador en contraposición a Miguel Hidalgo, el iniciador del proceso independentista.

A 200 años del fusilamiento del militar novohispano, las reflexiones sobre la memoria histórica que la historiografía y el arte han construido en torno a este controvertido personaje se han multiplicado y hoy es tiempo de aquilatarlo académica y socialmente.

¿Cómo conciliar la voluntad popular con la necesidad de establecer un gobierno estable? Fue el dilema enfrentado por Agustín de Iturbe al momento de encarar el compromiso de un plan de independencia.

La personalidad de Agustín de Iturbide continúa siendo un enigma en la vida política de Nueva España entre 1816 y 1820. De un oscuro pasado, represor y cruel contrainsurgente, de pronto regresó a la escena pública encabezando un movimiento que, por donde se le analice, era monárquico y antigaditano.

Luego, al haber aceptado la propuesta independentista de las élites novohispanas liberales y conservadores, rebeldes y realistas, criollas y españolas, su conducta como primer monarca mexicano causó decepción entre sus contemporáneos.

Hace apenas dos siglos se dieron las condiciones para el nacimiento de la nación mexicana, con la entrada triunfal del Ejército Trigarante al mando del comandante Agustín de Iturbide a la Ciudad de México el 27 de septiembre de 1821 y la firma, al día siguiente, del Acta de Independencia del Imperio Mexicano.

Tras 11 años de guerra civil, en unos cuantos meses se logró el pactó entre las partes en conflicto para alcanzar la independencia.

Creado tras la proclamación del Plan Iguala, el 24 febrero de 1821, al Ejército Trigarante se adhirieron antiguos realistas e insurgentes con una finalidad común: consumar la independencia de México. Entre los principales líderes trigarantes destacaron Agustín de Iturbide, Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria, Nicolás Bravo, José Joaquín de Herrera, Vicente Filisola, Antonio López de Santa Anna, Anastasio Bustamante y Luis Quintanar, quienes para septiembre de 1821 ya controlaban la mayor parte del territorio novohispano.

Las ideas esenciales del Plan de Iguala eran la conservación de la religión católica, apostólica y romana, sin tolerancia de otra alguna; la independencia bajo la forma de gobierno monárquico moderado y la unión entre americanos y europeos.

El segundo eslabón del proceso fue la firma de los Tratados de Córdoba, el 24 de agosto de 1821, entre el último gobernante de lo que había sido Nueva España: Juan O’Donojú, nombrado capitán general y jefe político superior novohispano por el monarca Fernando VII e Iturbide.

La forma de gobierno sería una monarquía constitucional moderada; el trono lo ocuparía el monarca español Fernando VII o, si este no aceptaba, se ofrecería a los miembros de la dinastía de los Borbones en orden de sucesión; si ninguno de ellos tomaba posesión, las Cortes mexicanas elegirían al monarca de la nueva nación.

Con la firma del Acta de Independencia, el 28 de septiembre de 1821, se instituyó la Junta Provisional Gubernativa con funciones de poder legislativo. Dicha instancia sería encargada de convocar a un Congreso constituyente y organizar la Regencia con funciones de poder ejecutivo mientras se reunía el Congreso, para definir quién debería ocupar el trono mexicano.

Instalado el Congreso en febrero de 1822 y aun definiéndose el proyecto de país que se quería construir, esa Asamblea lo nombró Primer Emperador del Imperio Mexicano. Bajo el título de Agustín I, desempeñó su corona entre el 22 de mayo de 1822 y el 19 de marzo de 1823. Tras abdicar, partió al exilio en Europa, donde se mantuvo un poco más de un año.

Iturbide salió de Londres el 6 de mayo de 1824, sin saber de la pena de muerte que caía sobre sí. Ya en México fue apresado y escribió cartas de despedida. No le permitieron confesarse antes de ser fusilado el 19 de julio de 1824: “Mexicanos: en el acto mismo de mi muerte os recomiendo el amor a la patria y observancia de nuestra santa religión, ella es quien os ha de conducir a la gloria, muero por haber venido a ayudaros, y muero gustoso porque muero entre vosotros, muero con honor, no como un traidor; no quedará a mis hijos y a su posteridad esta mancha; no soy traidor, no. Guardad subordinación y prestad obediencia vuestros jefes, que haciendo lo que ellos mandan es cumplir con Dios; no digo esto lleno de vanidad, porque estoy muy distante de tenerla”.

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