Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Nuevamente propios y extraños nos hemos visto afectados por el intenso calor que se percibe en el ambiente, la temperatura ha alcanzado en varias zonas del país cifras por arriba de los 40 C°.
Con inicial incredulidad observamos y escuchamos reportajes sobre la sequía en las presas, arroyos, ríos, lagos y lagunas, para finalmente ser testigos de imágenes “apocalípticas” que nos obliga a considerar con urgencia y total responsabilidad: origen y causas, efectos y consecuencias, acciones de mitigación y solución a todo cuanto tiene que ver con nuestro entorno ambiental.
La inexorable velocidad con la que suele transcurrir nuestro día a día, la incontable cantidad de información que recibimos instante a instante, los cambios recurrentes en los paradigmas y valores que aprendimos y desaprendimos, la necesidad de ser resilientes para que de una manera ágil y casi inmediata nos permita adaptarnos al entorno y al instante, no solo para sobrevivir, sino para destacar y mantener intacta posición y status, hacen del concepto vida algo muy personal que nos ha hecho “olvidar” que se debe otorgar inmediata y eficaz atención al cuidado del medio ambiente.
La deforestación de selvas y bosques, el cambio no racional ni programado del uso del suelo, la contaminación en todas sus manifestaciones, la falta de planeación urbana, la ausencia de conocimiento sobre la cultura del agua, la ambición de algunos y la falta de sensibilidad de muchos, nos están llevando a un colapso ambiental, antes de lo profetizado por los ambientalistas.
Por lo pronto, es muy importante considerar que la temperatura alcanzada, en los últimos días, es una advertencia más para que atendamos la crisis ambiental que se vive por los cuatro puntos cardinales del planeta.
Toda la población es vulnerable, de manera especial niños y personas de la tercera edad, a la entidad conocida como “Enfermedades Causadas por el Calor“, lo cual significa una condición médica resultante de la incapacidad del cuerpo de deshacerse de una carga de intenso calor, así como la imposibilidad de mantener el equilibrio en su temperatura, esto se expresará con calambres, agotamiento, sincope, insolación y deshidratación.
Cuando el cuerpo comienza a sobrecalentarse, los vasos sanguíneos se dilatan y el latido del corazón es más intenso y rápido. El cerebro activa la sudoración para enfriar el cuerpo. Las glándulas sudoríparas sacan agua del torrente sanguíneo “fabricando” el sudor, este se evapora y libera el calor del cuerpo.
Todo ello en el menor tiempo posible ya que el equilibrio térmico es fundamental para la vida humana.
El cerebro contiene en su estructura química una gran cantidad de proteínas, las cuales se pueden “coagular” con el aumento de la temperatura corporal, por eso de manera urgente se recurre a maniobras físicas y farmacológicas que eviten el daño neuronal, en función de la sensibilidad de cada individuo el aumento en la temperatura puede manifestarse por cefalea, confusión, alucinaciones e incluso convulsiones.
La intensidad de la radiación solar sumada a la que se almacena en el suelo, produce la televisión, los hornos de micro ondas, las tabletas, computadoras y teléfonos celulares provocan alteraciones en las células corporales, en función de la sensibilidad y/o predisposición personal se afectan de manera permanente la piel, los ojos, los sistemas nervioso, circulatorio, digestivo, urinario y respiratorio.
La contaminación de los escasos mantos friáticos, como lo que esta sucediendo en la Ciudad de México, ha provocado incertidumbre, enojo y ansiedad al afectarse el cuero cabelludo, la piel, los ojos y otros órganos de quienes han estado expuestos al “agua contaminada” al bañarse, lavar la ropa, asearse la boca y los dientes, sin que se tenga ninguna respuesta contundente de las autoridades sobre que producto es el contaminante, ni se hayan tomado medidas especificas en el lavado y desinfección de tinacos o aljibes.
De manera estatal es un “secreto a voces” que la sequía de los lagos de Cuitzeo y Pátzcuaro, entre otras causas, es el resultado de la sustracción no regulada de su agua, se afirma que se trata de un agresivo y dañino “huachicoleo hídrico” para abastecer plantíos de aguacate y frutos rojos.
Más allá de buscar o señalar culpables, es urgente que cuidemos nuestra salud protegiéndonos del contacto directo con el sol, usemos filtro solar, “mangas” para los brazos, lentes oscuros y polarizados, sombreros o gorras, hidratémonos permanentemente con líquidos claros y electrolitos orales, si realizamos ejercicio al aire libre se deberá “escoger” el horario más adecuado, usar ropa ligera y de colores claros.
Esto último es “tan solo” para la atención de la actual contingencia de calor, pero NO significa la corrección del fenómeno en tanto siga como pendiente el cuidado del medio ambiente.
Se debe diseñar, planear y ejecutar un programa de acciones integrales que nos brinden sustentabilidad en el presente y la posibilidad de futuro.
Señores candidatos a todos los puestos de representación popular: ojalá pongan en el numero uno de su programa de gobierno una agenda ambiental de hechos y no de discursos, de hoy para tener mañana.