Una noche de ensueño, de reflexión acerca de la humanidad, en la que la música y la danza se convirtieron en auténticos poemas a través del arte del movimiento, espectáculo que ofreció la noche del martes la compañía Beijing Dance Theater en el Palacio de Bellas Artes, en el marco del Circuito Cervantino en la Ciudad de México.
La presentación contó con el apoyo de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (Inbal) y del Festival Internacional Cervantino (FIC).
Entre los asistentes, jóvenes y adultos, pero sobre todo se encontró a la comunidad china en México, que aplaudió generosamente y con emoción cada una de las piezas desarrolladas.
Bajo la dirección de la coreógrafa china Wang Yuanyuan, la agrupación dio cuenta de un programa formado por tres coreografías de danza clásica y contemporánea que exploraron, a través de los cuerpos, temas como la inocencia y el significado del amor, y que además hicieron una muestra del estilo único y la estética moderna que ha cultivado en los últimos 15 años la directora al frente de dicha compañía, considerada una de las más representativas de su país en el mundo.
Tres poemas es el título de este programa que reunió las coreografías Manzana envenenada, Wu I y El ruiseñor y la rosa, las cuales describieron en el escenario una curva artística con sorprendente coherencia: temas dispares que se fusionaron a través de la fuerza emocional de los cuerpos en movimiento y de la música que fue desde la contemporánea con rasgos de jazz y tradicional china, hasta piezas propiamente del repertorio clásico.
“La humanidad ha buscado durante mucho tiempo un hogar espiritual, un lugar para descansar las almas. Sin esta nostalgia espiritual, estamos perdidos en lo corpóreo. A pesar de nuestras mejores intenciones de examinar la vida desde la perspectiva de la belleza y de criticar el mundo con nuestra experiencia, necesitamos reconsiderar dónde se origina nuestra guía espiritual”.
Bajo esta premisa, la compañía Beijing Dance Theater –que contó con la participación de una docena de bailarines y bailarinas– desarrolló en el escenario de la Sala Principal del máximo recinto cultural de México sus propuestas coreográficas, sustentadas en diversos textos poéticos.
Manzana envenenada fue una muestra del dominio del grupo de la danza contemporánea y en la que exploraron el mito de Adán y Eva y el Jardín del Edén, una reflexión acerca de la conexión entre el hombre y la mujer, de un amor puro que dio origen a la humanidad.
“Nos encanta imaginar, culpamos de todos nuestros deseos a dos inocentes manzanas”, reza el poema de esta coreografía. “Nos encanta imaginar, en la búsqueda del amor y el placer volamos con las alas de Ícaro”, lo cual hicieron los intérpretes acompañados de música contemporánea.
La segunda pieza fue Wu I, en una mezcla de danza clásica y contemporánea que retoma temas de la tradición china para indagar en los asuntos de la guerra, pero de la guerra en busca del amor y la amistad, con espadas en la mano de los intérpretes, como una metáfora del amor. “¿Estás vestido para la batalla? Compartamos la coraza. Avancemos hasta el principio de la línea de batalla… Tu objetivo es el mío… Y marchemos con tu mano en la mía”.
La noche cerró con la puesta en escena de la coreografía El ruiseñor y la rosa (basada en el texto de Oscar Wilde), una de las piezas más representativas de la directora y coreógrafa Wang Yuanyuan, instalada más que nada en el ballet y la música clásica.
A través de los cuerpos en movimiento, es la historia de un joven que se enamora de una chica, quien, para bailar con el pretendiente, pide una rosa roja. Al no encontrar rosas de ese color, el chico usa la sangre de un ruiseñor para teñirla, pero al lograrlo, la chica ya no quiere rosas, sino joyas: una reflexión acerca del amor y el sentido de valor en la sociedad.
Con este programa basado en poemas, la Beijing Dance Theater cumplió ampliamente con las expectativas del público y refrendó su lugar de privilegio en el contexto de la danza contemporánea en el mundo.
La compañía se fundó en 2008 por la coreógrafa Wang Yuanyuan, la productora Han Jiang y el artista visual Tan Shaoyuan. En la actualidad, la agrupación es la única compañía de danza china, de gestión privada, que combina ballet y danza contemporánea. Desde sus inicios, se ha destacado en todo el mundo por su estilo único y estética novedosa, convirtiéndose en un referente de la danza contemporánea.