Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Mucho se ha dicho y escrito en torno al momento de atraso que vive la educación en México.
El desarrollo de las habilidades intelectuales se sobrepone en la actualidad al saber enciclopédico de otros tiempos.
La pandemia “nos obligó” a explorar nuevas formas de enseñar y aprender, a utilizar nuevas herramientas, códigos y lenguaje para encontrar el conocimiento.
Muchos han sido los efectos post pandemia, quedando claro que los sistemas educativos públicos y privados son insuficientes para satisfacer los requerimientos sociales en nuestro país, la eficiencia de los sistemas educativos deja mucho que desear, los índices de deserción escolar y de reprobación son alarmantes, sin olvidar que la eficiencia terminal es menor al 50%.
Es apremiante alcanzar un equilibrio entre objetivos humanísticos, científicos y utilitarios que reclaman hoy por hoy los requerimientos de calidad y competitividad en todo el mundo.
Por ello no se deben tolerar más demoras, seguir inventando reprocesos, simulaciones, ausentismo, rechazo, componendas, defectos en la concepción y aplicación de la cantidad y calidad que reciben los estudiantes de todo el país.
A lo largo de la historia el Maestro se ha caracterizado por desempeñar un rol fundamental en la creación de la conciencia, identidad, pertenencia y orgullo por ser mexicanos.
Si aspiramos a contar con alumnos de calidad debemos tener Maestros preparados y competitivos, críticos pero propositivos, combativos, pero con responsabilidad social.
Los Maestros deben tener plena conciencia que son inspiración, reto y ejemplo para sus alumnos, por lo que es necesario que su actuar sea siempre “soportado” en respeto, tolerancia, inclusión y congruencia.
La verdadera satisfacción de pensar, experimentar y trasmitir los conocimientos está en la oportunidad de aplicarlos, por lo que los educadores tienen ante sí el escenario perfecto para alcanzarla.
Se afirma que para el próximo ciclo escolar habrá nuevos libros de texto y con ello la presentación de una “nueva realidad”.
Es deseable que este valioso material no sea utilizado como herramienta para adoctrinar la conciencia de los escolapios.
Se anhela que con o sin cambios aumente el número de días de clases impartidas y disminuya la ausencia de los docentes para atender marchas, paros y demás manifestaciones que los alejan de las aulas.
Es importante aspirar a que todos quienes integran al sector educativo realicen con responsabilidad, eficiencia y eficacia el rol que les corresponde.
Dee esta manera, los alumnos habrán de dedicarse a estudiar, cumplir con sus tareas, poner interés en aprender, consultar e investigar.
Los maestros deberán dignificar su noble tarea como formadores de conductas y personalidades, preparar sus clases, hacer uso de la tecnología para sacar el mayor provecho posible al tiempo que comparten con sus estudiantes, recordando que no son los dueños del conocimiento ni de la verdad absoluta por lo que deberán “acompañarlos” a su “encuentro”, siempre con inteligencia, sensibilidad, creatividad y responsabilidad.
El Maestro deberá hacer acopio de vocación, responsabilidad social, resiliencia y liderazgo para hacer significativo, útil y trascendente el conocimiento que comparte con sus alumnos.
No basta con poseer la información y repetirla.
Las autoridades educativas deberán hacer efectiva gestión ante las instancias estatales y federales para contar con los insumos necesarios para el desarrollo de las actividades escolares, realizar una eficiente y trasparente administración de los recursos humanos, materiales y económicos a su disposición, liderando con su ejemplo y congruencia la formación académica, intelectual y en valores que requieren sus escolapios.
A los padres de familia les corresponde acompañar el proceso educativo de sus hijos, enseñando y practicando valores, revisando el cumplimiento de las tareas escolares, asistencia a la escuela, el contenido de sus mochilas y aseo personal, informándose permanentemente de todo cuanto tiene que ver con su desempeño y comportamiento para corregir a tiempo cualquier desvió, debilidad o inconsistencia ya que hacerlo al final del ciclo escolar suele ya no tener remedio.
Los retos son bastantes y algunos complicados, pero NO se puede seguir postergando el poner atención y solucionar la crisis educativa que el país padece.
NO hacerlo genera un presente con alto grado de incertidumbre y un futuro inquietante.
La crisis es un momento decisivo para mejorar o empeorar, es peligro y oportunidad a la vez por lo que habrá que verle como el momento estratégico para pensar, construir y provocar el futuro que anhelamos como sociedad.