El Porvenir de Cuitzeo

“Ocuparse para no preocuparse”

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Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Una de las demandas más recurrentes de la sociedad a sus gobiernos es la oportunidad de disfrutar de un empleo que permita solventar las necesidades económicas básicas en el hogar.

En nuestro país, los sistemas de contratación habituales desechan a un aspirante que haya cumplido 40 años.

Se minimizan perfiles y experiencia al maximizarse relaciones, “padrinazgos” y compromisos políticos.

La profesionalización del servicio público sigue siendo promesa de campaña, a pesar de que su implementación daría certidumbre a los procesos de gobierno, estabilidad institucional y certidumbre laboral.

Las instituciones educativas siguen “produciendo” profesionistas que NO encuentran trabajo relacionado con la carrera que estudiaron por lo que migran al comercio informal o a ejercer actividades totalmente distintas a las que aprendieron en las aulas.

El ineficiente proceso de vinculación entre las empresas y las Universidades evita que se establezca un círculo virtuoso en su relación que permita ofrecer carreras relacionadas a las necesidades de los contratantes y a las nuevas demandas tecnológicas.

Esta necesaria sinergia escuela – empresa permitiría la creación de verdaderos proyectos de vida laboral al privilegiarse perfil, calidad y capacitación expresados en empleos bien remunerados, oportunidades de crecimiento profesional y el establecimiento de un permanente proceso ganar – ganar.

La pandemia causo NO solo problemas en la salud, sino efectos económicos muy severos por lo que muchos perdieron su empleo o tuvieron que aceptar disminución en su salario.

Ante ello, la economía informal surgió como alternativa para sobrevivir y creció de manera exponencial, provocando una desigual competencia con quienes invierten y trabajan en espacios formalmente establecidos.

La violencia e inseguridad han llegado a niveles alarmantes, desalentando a los inversionistas locales y foráneos sin que la política de “abrazos y no balazos” muestre alguna efectividad.

La pirámide poblacional se ha invertido y con ello han aumentado las enfermedades crónicas y degenerativas, el programa de jubilaciones y pensiones amenaza con provocar un colapso financiero de magnitudes insospechadas sin que existan acciones concretas para la atención de las necesidades de los adultos mayores a quienes se menosprecia y esconde.

Se desecha el conocimiento y la experiencia de los adultos mayores por lo que de ser un valioso activo se ha convertido en un pasivo preocupante.

Sociedad de convivencia, aborto, eutanasia, clonación, genoma humano, calentamiento global y tantos temas más son retos que reclaman una atención inmediata ya que llegaron mucho antes de que sepamos realmente qué son y representan, pero lo cierto es que ya están reclamando una respuesta.

Predicciones apocalípticas relacionadas con el medio ambiente han sido rebasadas contando con la indiferencia de las mayorías.

En todo este complejo entorno surgen preguntas que parecen triviales pero que encierran profundas dudas respecto a nuestro presente y futuro.

¿Dimensionamos el potencial que representa el Internet para mejorar nuestra calidad de vida o sólo lo empleamos para pasar el tiempo?

¿Nos estamos preparando para participar en un mundo global cada día más competitivo?

¿Se encuentra cercano o lejano el tiempo en que las fronteras físicas de los países desaparezcan para tener un solo tipo de moneda y quizá de gobierno?

¿Las siglas, logos y colores de los partidos políticos desaparecerán para ceder su lugar a la ciudadanización de todos los procesos de toma de decisiones?

¿Es un título profesional garantía para encontrar empleo?

Ante la crudeza de todas estas realidades, aunque se escuche utópico, es necesario replantear el presente y futuro del País, jerarquizar los retos y solucionarle uno a uno, pasando del discurso a los hechos.

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