Dr. Rogelio Díaz Ortiz
El mes de octubre tiene una “marca” muy especial en mi vida, ya que en él han sucedido hechos que han quedado grabados en mi existencia.
Fue durante el décimo mes de 1968 que junto con mi familia regresamos de la Ciudad de México para establecernos de manera definitiva en la ciudad de Morelia.
La vida me llevó a una incursión, junto con mi padre, de regreso al Distrito Federal, la cual duro varios meses, y cuando todo parecía indicar que me quedaría sin estudiar, a finales del mes de octubre de 1970 regrese a la capital michoacana para inscribirme como alumno de la Secundaria Federal # 2.
Es en octubre cuando se festeja el aniversario de la fundación de mi aula mater, la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
Fue un mes de octubre cuando falleció mi abuela materna y con ello surgió la necesidad de que mi mama se encargara de la atención de mi abuelo, al cual yo conocía muy poco.
Años más tarde mi abuelo falleció, también en el décimo mes del año.
En octubre del año 1982 mi vida se transformó al contraer matrimonio e iniciar todo lo que significa atender nuevos códigos, derechos y obligaciones.
En octubre del 2008 abandono este plan físico, después de dar férrea batalla al cáncer, mi amada madre.
Su ausencia física cambio tradiciones, costumbres, convivencia y relaciones familiares ya que ella siempre fue el eje y equilibrio de nuestra cotidianidad.
Hablar de Doña Pera es evocar un extraordinario ser humano cuyo ejemplo de vida se mantiene intacto y se magnifica con el transcurrir del tiempo.
Su presencia se encuentra más viva que nunca ya que no existe día en que sus enseñanzas y conceptos afloren de manera espontánea para resolver problemas, disfrutar de un buen platillo, un atardecer, un concierto, un viaje, de los amigos o de la convivencia familiar.
Durante su vida doña Pera sembró flores, muchas, muchas flores… amistad y sonrisas con todos quienes se cruzaron en su camino, amor y generosidad con todos sus seres queridos por lo hoy que se encuentra en el firmamento le recordamos todos los días con flores, amistad y amor que nos permiten sentirle cerca… muy cerca.
Este 12 de octubre recordamos su partida al encuentro con el Creador, estoy seguro que desde ahí gestiona bendiciones que siempre percibo y me ayudan en momentos de dificultad.
Dicen que las personas que amamos jamás mueren mientras se alojen en nuestra conciencia y corazón por lo que puedo afirmar que mi mama se encuentra viva ya que me acompaña en cada respirar y latir del corazón.
Deseo a todos quienes leen estas líneas o escuchan este mensaje que disfruten de la belleza tradicional de la “luna de octubre”, así como de un extraordinario escenario para ser inmensamente felices.