Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Durante doce años viví la grata experiencia de participar en los programas de Ciudades Hermanas llevando la honrosa representación de Morelia.
Recién había asumido la titularidad del Consejo de la Ciudad de la capital michoacana y entre mis tareas encontré la responsabilidad de darle vitalidad y utilidad al programa internacional creado en los Estados Unidos de Norteamérica después de la segunda guerra mundial.
Lo primero que encontré fue una lista en la que figuraban ciudades de Chile, Argentina, España y de la Unión Americana, además de otras más en nuestro país con las cuales se había establecido un compromiso de hermanamiento.
Al consultarlo con el alcalde se me dio la instrucción de comunicarme con todas ellas para saber el estado que guardaba nuestra relación y en su caso depurar la lista para solo dejar las que mostrarán interés o valía, con la indicación de que NO se autorizaría un hermanamiento más hasta que fuera funcional y útil el proceso.
Con curiosidad e interés inicie la comunicación con las “Ciudades Hermanas” encontrando desconocimiento de las autoridades, el fallecimiento o desinterés de quienes habían participado en el establecimiento del compromiso y la lista empezó a disminuir.
Acudí a la Convención Internacional de Ciudades Hermanas México – USA celebrada en el Hotel “El Tapatío” de Guadalajara, Jalisco para conocer la operatividad, obligaciones y derechos de los afiliados, así como con la esperanza de coincidir y conocer a nuestras contrapartes.
Al concluir el evento, recibí puntual invitación para participar, ahora, en la Convención Nacional realizada en Rosarito, Baja California iniciando con ello una larga y satisfactoria experiencia en todas las Convenciones y reuniones auspiciadas por las Asociaciones Nacional e Internacional del Programa de Ciudades Hermanas.
Se reactivo la comunicación y el trabajo con las representaciones de las Ciudades de Fullerton y Monterey Park, California; con Kansas City, Missouri y Valladolid, España.
Con la finalidad de darle seguimiento y enriquecer la visión del programa creamos, por cada entidad, un Comité Ciudadano que trascendiera tiempo, logos y colores provenientes de los sectores académico, empresarial, con algún vínculo afectivo o familiar con la ciudad en turno, así como un miembro de un club de servicio como los Rotarios, Leones o Sertomas, todos ellos de manera honoraria.
Recibimos la visita de la representación de Yakima, Washington creándose un fuerte vínculo de identidad con Noé Gutiérrez y Margarita Loera, a la cual con el transcurrir del tiempo y la contundencia de las acciones se han agregado eslabones de mutuo reconocimiento y de sólida amistad.
Es sin duda alguna el “hermanamiento” con Yakima el más proactivo, útil y trascendente que tiene Morelia, vale la pena mencionar que es el único en el que aún participo de forma activa.
Como sutil resultado de nuestra participación ocupamos la Vicepresidencia Internacional y Nacional del programa por varios años entendiendo que este requiere de Tiempo para darle mantenimiento al proceso, es decir para visitar o recibir a quienes integran el Comité Ciudadano; Dinero para ambas cosas; Responsabilidad para entender que en el programa se “despersonaliza” a la representación para empoderar a la Ciudad representada; Identidad para magnificar coincidencias; Humildad para intercambiar experiencias exitosas en ordenes de gobierno, cultura, deportes, tecnología, negocios, academia, ecología y cualquier otra actividad de interés; Riesgos en materia de percepción y expectativas creadas.
Se integraron “hermanamientos” internacionales con las ciudades de La Habana, Cuba y Norwalk, California USA.
El decidido interés de los esposos Jerry Yates y Teresa Soriano le dieron especial vitalidad al trabajo realizado con Norwalk, California, lugar en el que tuve la distinción de ser invitado para dar el “Grito de Independencia” un memorable 15 de septiembre, además de establecer una muy valiosa amistad hasta su triste fallecimiento.
Derivado del tiempo invertido y del trabajo realizado recibimos la donación de uniformes y varios Camiones de Bomberos, un camión para el traslado de adultos mayores, sillas de ruedas, bastones, material ortopédico, capacitación en materia de protección civil, intercambio de artistas locales, directores de orquesta sinfónica y estancias de corte académico.
En el entorno nacional se sumaron a la lista de “hermanas” las ciudades de Dolores Hidalgo, Guanajuato; Tijuana, Baja California; Tepic, Nayarit; San Miguel de Allende, Guanajuato; Atlacomulco, Estado de México; Zihuatanejo de Azueta, Guerrero y Guadalupe, Zacatecas.
Nos fue donada una replica de la Campana de Dolores, la cual fue ubicada en la Casa Natal de Morelos.
Donamos esculturas en bronce de Don José María Morelos y Pavón a las ciudades de Dolores Hidalgo y Yakima, Washington.
En protocolarias y emotivas ceremonias recibí de los Concilios respectivos las “llaves de la ciudad” en Norwalk, California; Kansas City, Missouri y Yakima, Washington USA, adicionalmente en esta última entidad bajo un ambiente de espiritualidad, la Nación Yakama me hizo entrega de un emblemático reconocimiento.
Con la conciencia tranquila, la satisfacción del deber cumplido y con una larga lista de inolvidables experiencias puedo afirmar que el Programa de Ciudades Hermanas fue durante mucho tiempo un extraordinario escenario para pensar, decir y actuar en favor de Morelia.
Agradezco a las autoridades que me brindaron su confianza y apoyo para desempeñar esta encomienda; a los consejeros ciudadanos que de manera entusiasta y desinteresada hicieron posible cada una de las acciones emprendidas; a mi familia, eternos y solidarios acompañantes de mi quehacer; a mis amigos que de manera generosa apoyaron con sus recursos para hacer posible la atención de las representaciones que nos visitaron a lo largo de los años.
Finalmente valoro la incorporación a mis afectos de mis hoy “hermanos”: Noé Gutiérrez, Margarita Loera, Luis Navarro, Gloria y Joe Bessenbacher, Ernesto y Bertha Villegas, Juan y Nancy Posada, Miguel Azanza, Teresa Soriano y Jerry Yates.