El Porvenir de Cuitzeo

“El Creador te da la oportunidad de escribir, corregir y mejorar tu historia de vida todos los días”

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Dr. Rogelio Díaz Ortiz

Sin duda alguna que la vida se encuentra caracterizada por múltiples matices, por instantes de intensa felicidad y por momentos de ansiedad, incertidumbre y tristeza. 

Cada cultura, familia, religión y persona tienen un concepto personal del significado de la vida por lo que es conveniente tener siempre la mente abierta para “intentar” entender visiones encontradas y hasta polémicas pero que son verdad para quien las emite..

La inexorable velocidad con la que suele transcurrir nuestro día a día, la incontable cantidad de información que recibimos instante a instante, los cambios recurrentes en los paradigmas y valores que aprendimos y desaprendimos, la necesidad de ser resilientes para que de una manera ágil y casi inmediata nos permita adaptarnos al entorno y al instante, no solo para sobrevivir, sino para destacar y mantener intacta posición y status, hacen del concepto vida algo muy personal.

El día tiene 24 horas, 1440 minutos y 86,400 segundos que muchas ocasiones son “desperdiciados” en juntas y reuniones innecesarias, en discusiones vanas, en atender lo “urgente” olvidándonos de los importante, en albergar sentimientos negativos que nos dañan, en postergar el encuentro con lo que nos hace felices pensando que las personas que amamos siempre estarán para el momento que tengamos tiempo.

Habrá que tener siempre presente que el tiempo es un recurso NO renovable.

Para algunos la medición del tiempo de vida debería “solo” considerar los momentos de intensa felicidad por lo que el ejercicio aritmético estaría conformado por la suma de segundos, minutos, horas y quizá días.

Para otros se mide desde el momento del nacimiento hasta el último respiro sin importar factores de satisfacción, logros, éxitos o fracasos y tristeza.

Suele ser común que nos “preocupemos” por cosas que muchas veces no suceden, dilapidando energía y atención, en acciones que hacen que el tiempo de nuestra vida disminuya en calidad. La preocupación nunca cura nada, pero nos roba la vida y nos predispone a escenarios de incertidumbre y de dolor innecesario.

Gabriel García Márquez nos compartió: “Lo importante es aprovechar el momento y aprender su duración, pues la vida esta en los ojos de quien saber ver”.

Los últimos treinta meses la pandemia nos enseñó que la dimensión tiempo ha cambiado, desnudo la fragilidad de la salud y en consecuencia de la vida, nos ubico en el aquí y ahora.

Incertidumbre, miedo, rumores, impotencia, lágrimas, encierro “voluntario”, aprendizaje a distancia, uso de cubrebocas, abrazos virtuales, hospitales y panteones “saturados”, “cercanía desde la distancia”, fe puesta a prueba y esperanza en el horizonte fueron y son parte de las características cotidianas en las que “tuvimos” que aprender a vivir.

El creador nos invita todas las mañanas a renacer, nos brinda una nueva oportunidad para “entender” que hemos llegado a este plano físico para aprender y ser felices, bajo nuestro propio concepto y libre albedrio, pero bajo los mecanismos universales que nos provee con generosidad y a los cuales negamos por miopía e ignorancia.

Osho nos dice que “La vida inicia donde termina el miedo” 

La filosofía oriental nos enseña que “Tenemos dos vidas: la segunda comienza cuando nos damos cuenta de que solo tenemos una

Dice un proverbio tibetano: “El secreto para vivir más y mejor es comer la mitad, caminar el doble, reír el triple y amar sin medida”.

No vale la pena perder valiosos instantes para descubrir otros horizontes, conocer nuevas personas, apreciar deliciosos sabores, disfrutar de los amaneceres o atardeceres en latitudes diferentes a nuestro hogar, adquirir el medio de transporte de nuestros sueños y quizá saludar a ese familiar o afecto al que por alguna razón tenemos en la lista de espera de nuestra agenda.

Si bien es cierto que el paso del tiempo y la acumulación de años de existencia invitan a buscar estabilidad, alejarse de los riesgos, la polémica, el estrés y la incertidumbre no implica perder la capacidad de asombro, el deseo de seguir aprendiendo ni mucho menos de disfrutar de nuevas experiencias.

Algunos intentan evadir este escenario porque saben que reclamará de dinero, tiempo y riesgos, retará inteligencia y sensibilidad, capacidad de resiliencia y creatividad costándoles lo que coloquialmente muchos afirman será sangre, sudor y lágrimas.

Mi entrañable amigo, el doctor José Luís Gras Garcilazo, antes de partir de este plano físico, después de vivir por más de noventa años me repitió muchas veces:

“Quizá ya no sea tiempo de sembrar vides u olivos, pero jamás deje de sembrar rosas para que disfrute de su aroma y embellezca el panorama” 

Con claridad siempre insistió en que era en vano angustiarse por el pasado ya que este ya había transcurrido, que era lamentable estresarse por el futuro ya que aún no ha llegado y que en contraste era vital aprovechar el hoy, el momento e instante con intensidad y lo mejor posible…cuánta razón tenía.

Toda la vida es ahora … ¡!mañana puede ser demasiado tarde!! 

Norman Cousins nos lego este pensamiento: “La gran tragedia de la vida no es la muerte, la gran tragedia es lo que dejamos morir en nuestro interior mientras estamos vivos”

Sin duda que el estado de salud de mi querida hermana “PERITA” me tiene profundamente sensible y reflexivo, me han hecho valorar el ¡aquí y ahora!, a no perder el tiempo con “rounds de sombra” ni solo con promesas, incluso a mi mismo.

Estoy convencido que mientras transitamos con rumbo a nuestro destino final, debemos disfrutar de la salud, los afectos, las oportunidades, la familia y por supuesto de la belleza del camino.

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