El Porvenir de Cuitzeo

Carlos Obregón Santacilia, precursor de la arquitectura moderna en México

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La obra de Carlos Obregón Santacilia (5 de noviembre, 1896) amalgama la tradición académica y la modernidad en la arquitectura mexicana, al reinterpretar el sentido de la decoración y plantear como base de su diseño la preocupación por las formas geométricas y la integración de volúmenes, todo esto al servicio de una función reconocible.

En el marco de la campaña “Contigo en la distancia”, la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL) recuerdan al arquitecto mexicano en el 125 aniversario de su nacimiento.

Egresado de la Academia Nacional de Bellas Artes (hoy Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional Autónoma de México), que en aquel entonces tenía como sede la Academia de San Carlos, su obra es vasta y significativa. Realizó alrededor de 150 proyectos entre la década de los años veinte y la de los sesenta del siglo pasado. Siempre consideró los aspectos funcionales y estéticos del diseño y la construcción.

El primer trabajo del cual se encargó fue el Pabellón de México en Río de Janeiro, Brasil –para celebrar el primer centenario de la independencia de la nación sudamericana en 1922-, en el cual mostró una parte de la arquitectura tradicional mexicana, entre lo colonial y lo autóctono.

Un año después proyectó las obras de remodelación de la Secretaría de Relaciones Exteriores, lo que podría representar la primera obra art decó en nuestro país y, en 1928, las del Banco de México, con las mismas características de estilo y un manejo inigualable de espacios, materiales e iluminación.

En 1929 concluyó el diseño del inmueble que alojaría al Departamento de Salubridad e Higiene (actual Secretaría de Salud), el cual inició en 1926 como un proyecto de tres edificios conectados por puentes metálicos, lo que significó un diseño vanguardista de la época.

Su obra más emblemática es el Monumento a la Revolución, construido en la Plaza de la República, en la Ciudad de México, en 1937. Para ello, aprovechó la estructura metálica abandonada por más de dos décadas para lo que originalmente habría sido el Palacio Legislativo encargado por Porfirio Díaz.

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