En su geografía, el estado de Guerrero cuenta con una abrupta orografía y diversidad de ecosistemas y climas, los cuales han configurado el espacio de un desarrollo cultural específico, en el que a partir de proceso históricos los grupos indígenas de esa entidad han conformado un conglomerado étnico-cultural que apenas empieza a ser conocido en su diversidad y complejidad, y cuyas principales características convergen en el libro Los pueblos indígenas de Guerrero. Atlas etnográfico.
El volumen, editado por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, a través del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en colaboración con el Gobierno del Estado de Guerrero, fue presentado como parte de las actividades de la institución en la XXI Feria Internacional del Libro en el Zócalo.
En el Foro Francisco Haghenbeck del festín literario, el investigador de la Dirección de Etnología y Antropología Social del INAH, Samuel Villela Flores, explicó que el atlas es un producto planteado por el Programa Nacional Etnografía de las Regiones Indígena de México, impulsado hace 20 años por la Coordinación Nacional de Antropología.
“Convocamos a los investigadores especializados en las regiones de La Montaña y el Alto Balsas, así como en la población afromexicana de la Costa Chica, para que elaborarán artículos accesibles para el público en general; resultado de esa convocatoria es el presente volumen”.
El etnólogo dijo que los estudios etnográficos en la entidad datan de los años 30, cuando el antropólogo y geógrafo alemán Leonhard Schultze-Jena realizó un estudio de campo por comunidades de los tres grupos étnicos que integran La Montaña, dando origen al libro Indiana III. Bei den Azteken, Mixteken und Tlapaneken der Sierra Madre del Sur von Mexiko (1938).
“Hay poca investigación sobre los amuzgos (jnò ndá), ubicados en la región Costa-Montaña, dándose la paradoja que 90 por ciento de dicho grupo vive en Guerrero y solo 10 por ciento en Oaxaca, y únicamente el 10 por ciento de la investigación en torno a ellos se ha dado en Guerrero, mientras que el 90 por ciento sobre los que viven en Oaxaca”, acotó.
Asimismo, destacó los trabajos de Maurilio Muñoz Basilio, Mixteca, nahua-tlapaneca (1963); del investigador estadounidense Marion Oettinger, con su primera monografía de los tlapanecos (Una comunidad tlapaneca: sus linderos sociales y territoriales. 1980), ahora llamados me’phaa de Tlacoapa. También, está la labor de la etnóloga francesa Daniéle Dehouve, con su título El tequio de los santos y la competencia entre los mercaderes (1992); la obra de Catherine Good Eshelman, Nahuas del Alto Balsas. Pueblos indígenas del México contemporáneo (2004), y el estudio pionero sobre la Costa Chica, de Gonzalo Aguirre Beltrán, Cuijla. Esbozo etnográfico de un pueblo negro (1958).
Sobre las características del atlas, Samuel Villela detalló que la obra se integró con estudios básicos de arqueología, economía, flora y fauna, organización social, cosmovisión, procesos rituales, migración, además de ensayos temáticos sobre la configuración étnica en Guerrero durante la época colonial, religión, población afrodescendiente, organizaciones políticas, lingüísticas, tradiciones dancísticas y procesos artesanales; se agregaron recuadros etnográficos con carácter más ilustrativo como complemento a las temáticas abordadas. Asimismo, el volumen cuenta con 353 fotografías, mapas, gráficos y viñetas que complementan el análisis y las descripciones socioculturales de los grupos étnicos de cada región.
El compendio inicia con la introducción “Guerrero indígena. Entre la diversidad cultural y la alta marginalidad”, donde se presenta una caracterización general del mosaico cultural de los pueblos originarios, sus especificidades, como el caso de los nahuas que provienen del Valle de México, de migraciones que datan de los siglos XIII y XIV, mientras que los me’phaa son una de las culturas locales, y los mixtecos provienen de la Mixteca oaxaqueña.
Destacan textos como “El proceso de configuración étnica en el territorio suriano durante la época virreinal”, del historiador de la UNAM, Jesús Hernández Jaimes, quien presenta una panorámica de cómo en ese periodo había un amplio mosaico cultural, el cual se ha venido desdibujando.
A este ensayo le acompaña el recuadro etnográfico “Códices de Guerrero”, de la investigadora Blanca Jiménez Padilla y del coordinador del volumen, el cual brinda un resumen del conjunto de documentos pictográficos que se han inventariado a partir de los años 90 del siglo pasado.
En el ensayo sobre la cosmovisión de los pueblos nahuas, del etnólogo Andrés Medina Hernández, se agrega el recuadro etnográfico “Guerrero. El pueblo del jaguar-tigre”, de Samuel Villela, que da cuenta de las diversas manifestaciones culturales donde el felino es el tema central, y el cual es uno de los principales elementos identitarios de los guerrerenses.
Por último, en “Entre el mito y la costumbre. Los procesos rituales”, colaboración de diversos autores, se da cuenta de todo un ciclo ritual que comprende las diversas fases del proceso agrícola, tanto las peticiones de lluvia como las ceremonias de aseguramiento de la cosecha.