Dr. Rogelio Díaz Ortiz
Los acontecimientos de los últimos meses al interior del sistema educativo, como consecuencia de la pandemia, ha causado la reflexión individual y colectiva respecto a las consecuencias que está teniendo en el presente un descuido que cometimos en el pasado.
La necesidad de utilizar el modelo de educación virtual ha desnudado debilidades y carencias acumuladas en los últimos lustros.
La insuficiente cobertura de internet en el país, la falta de equipos de cómputo, la deficiente preparación de muchos de los docentes en la utilización de herramientas de la web con fines educativos, la ausencia de profesionales suficientes en diseño instruccional, creación de plataformas y elaboración de material didáctico nos ha llevado a enfrentar una realidad que duele.
“Tradicionalmente” la Educación se centró en los intereses de los profesores y de las escuelas olvidándose su objetivo primordial en la sociedad… la atención y formación de los alumnos.
Mucho tiempo, sueños, trabajo y recursos se han invertido queriendo inventar herramientas pedagógicas, alterando principios y valores e incluso reinventando la historia, todo ello bajo la premisa de mejorar la educación, pero, hasta el día de hoy, todo ha sido discurso y buenas intenciones ya que en la realidad seguimos ocupando los últimos lugares en lectura, razonamiento de problemas lógicos y matemáticos, sentido de identidad y pertenencia, en resumen… muchas palabras y pobres resultados.
Es increíble concebir que los libros de texto gratuitos vengan plagados de errores ortográficos y de imprecisiones históricas, que los Docentes se opongan a ser evaluados, que se siga pagando a muchos sin que realicen tarea alguna en las aulas, que se propale en discurso cambios y castigo para quienes no cumplan su función de Maestros pero que en los hechos siga reinando impunidad, flojera, apatía, cinismo y excesiva tolerancia.
Es lastimoso observar manifestaciones de guerrilla urbana liderados por quienes tienen la responsabilidad de delinear el carácter, fomentar los valores, conducir a niños y jóvenes al encuentro con el conocimiento.
Su actuar representa un pésimo ejemplo para quienes les observan como modelo de conducta y lastima seriamente el concepto de Maestro cuya tarea esencial es la formación del tesoro más valioso con que cuenta nuestro país.
Estoy plenamente convencido que la Educación es el eje estratégico más importante para que nuestro país tenga un presente próspero y futuro halagador por lo que no se puede perder más tiempo con amagos y buenas intenciones.
No es suficiente que algún académico gane galardones internacionales, incluido algún Premio Nobel y que se afirme existe mejoría como consecuencia de la Reforma Educativa.
Es necesario que exista congruencia y compromiso auténtico para brindarle a la educación la atención y recursos económicos necesarios para construir el modelo del país al que aspiramos.
El momento de actuar no se puede postergar, ni permitir su contaminación con siglas, colores o caudillos sino debe ser un proyecto estratégico de nación.
Seguir simulando seguirá teniendo un alto costo al limitar el crecimiento intelectual, económico y académico de los mexicanos.
Si aspiramos a contar con alumnos de calidad debemos tener Maestros preparados y competitivos, críticos pero propositivos, agudos, pero con responsabilidad social.
El regreso a los salones de clases no debe ser la imposición de quién festina que “llueva, truene o relampaguee” se hará en las próximas semanas sin parecer importarle el alto grado de riesgo epidemiológico que se vive por los cuatro puntos cardinales de la geografía nacional.
Debe ser una decisión razonada y responsable que provenga de consensos en los que participen no solo las autoridades de escritorio sino los docentes, padres de familia y los expertos en sanidad.
Es cierto que existe cansancio y hasta hartazgo de transcurrir, al menos, una tercera parte del día frente a una pantalla, que hace falta el contacto personal para socializar y hacer significativo el conocimiento adquirido, que existen datos contundentes de trastornos en la personalidad y conducta de los escolapios, de la desesperación de los padres de familia por ofrecerles la mejor educación posible a sus hijos, pero hoy en día la prioridad es salvo guardar la salud y la vida de todos.
Habrá que “diseñarse” un traje a la medida para cada nivel escolar, región o zona del país para que con genuino interés, liderazgo y conocimientos se aplique modelo presencial, virtual o híbrido sin caprichos ni autoritarismo, solo así el regreso a clase tendrá éxito.
No se trata de polemizar ni mucho menos dividir ya que requerimos potencializar la capacidad de magnificar coincidencias, diluir aparentes diferencias y construir TODOS juntos acciones comunes para lograr metas trascendentes.
Nada justifica poner en riesgo la integridad física, salud y vida de quienes integran a la comunidad educativa.
Seamos creativos, sensibles y solidarios con el bienestar común, esto está más allá de cualquier identidad político partidista.
Regresar a clases de manera “presencial” es una decisión trascendente, tomémosla con responsabilidad, grandeza de miras y amor por México.