El Porvenir de Cuitzeo

“La madre tierra requiere de todos nosotros”

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Dr. Rogelio Díaz Ortiz

A unos días de la “llegada” de la temporada de ciclones y huracanes, el aumento de la temperatura en el ambiente ha sido considerable, sin faltar algún momento nublado e incluso algunos esbozos de lluvia.

De momento recordé la aseveración de mis padres de que existían algunos meses “locos” con el clima, pero la intensidad del calor matutino y el frío nocturno despertó mi conciencia respecto a que todo se debe a una manifestación climática del calentamiento global.

Hace algunos años era muy fácil la identificación de las temporadas climáticas, de tal manera que los agricultores tomaban acciones pertinentes para sembrar en el momento oportuno, esperar las lluvias y posteriormente cosechar sus productos.

Los médicos sabían identificar enfermedades características de la temporada de calor, lluvia o frío, pero hoy todo esto ha cambiado ya que en un mismo día y en cualquier época del año se presentan juntos momentos que conjugan todas las temporadas climáticas del año.

Aún se recuerda la cruzada ambiental realizada por el norteamericano Al Gore por los cuatro puntos cardinales del planeta, lo cual fue vista por muchos como discurso catastrofista y muy lejano.

Sin embargo, cada vez es más recurrente la afirmación de que el calentamiento global ha dejado de ser anuncio y discurso para expresarse con creciente virulencia en sutil consecuencia a la emisión de contaminantes al medio ambiente, creciente deforestación, generación de basura, contaminación de mantos acuíferos y del aire.

Lo anterior, se ha convertido en escenario propicio para el aumento de enfermedades de la piel, los ojos, las vías respiratorias y el aparato gastrointestinal.

Hace no mucho tiempo que estudios realizados en la capital michoacana por especialistas de la Secretaria de Salud demostraron la existencia de cambios en la calidad del aire, incremento en la contaminación fotoquímica provocada por ozono y con ello las condiciones propicias para la aparición del virus causante de la Influenza tipo H1N1.

Por otro lado, los desastres naturales que a últimas fechas se han presentado en el planeta por lluvias atípicas o sequias extremas, tormentas, ciclones, huracanes, “fenómeno del niño”, deslaves, derrumbes, incendios forestales, tsunamis, temblores y terremotos son sin duda consecuencia de los contrastantes cambios de temperatura de la atmosfera y el derretimiento de los glaciales, las pruebas nucleares realizadas en las profundidades de los océanos, la extracción de hidrocarburos bajo procedimientos en extremo agresivos para el ambiente, entre otras cosas.

Pero ahí no termina el problema, realmente comienza, porque si somos observadores, notaremos que los cambios en la temperatura traen a su vez, cambios en los diferentes hábitats y ecosistemas.

Por ejemplo, en las montañas nevadas con temperaturas menores a 0ºC., al elevarse la temperatura y derretirse la nieve, forzosamente hay cambios en la vegetación y a la vez, se modifica la permanencia y migración de especies animales alterándose la biodiversidad local, flora, fauna y ambiente. Misma situación se presenta en los océanos al aumentar la temperatura del agua.

De manera local, existen contundentes datos de la disminución de colonias de la emblemática Mariposa Monarca, pelicanos borrégones, gansos canadienses y demás especies que encontraban en Michoacán un paraíso para reproducirse antes de regresar a su hábitat de origen.

Ha llegado el momento de actuar para evitar que el daño sea más grave y permanente.

Compete al gobierno y la sociedad realizar acciones conjuntas de responsabilidad ambiental que reviertan el daño existente.

Ninguna frontera nos es lejana por lo que no podemos ser indiferentes o considerar que la Antártida o el Desierto se encuentran muy lejanos.

Debemos iniciar hoy con acciones sencillas pero permanentes en el uso racional del agua, utilización de energía limpia o alternativa, separación de la basura, abandono al uso de aerosoles, fertilizantes e insecticidas plenamente identificados por el daño que provocan al medio ambiente.

Se debe realizar la siembra de árboles nativos en su región, impedir el uso de cambio de suelo sin control ambiental, mejorar el transporte público y la construcción de ciclovías que motiven cambiar el automóvil por la bicicleta.

Diseñar las ciudades del futuro bajo premisas ecológicas, sin excesos ni medidas autoritarias sino con plena conciencia colectiva que permita su adopción por todos quienes habitamos el planeta.

De ahí la necesidad de fortalecer en las aulas, en todos los niveles educativos, la enseñanza de acciones que mejoren el medio ambiente, propicie la convivencia de modernidad con sustentabilidad y motiven investigación e innovación en materia energético – ambiental.

¡Es necesario y urgente que pasemos del pensamiento a la acción! 

Apliquemos la máxima…” Piensa global, actúa local”. 

Una vez más, hago un atento reto e invitación a los candidatos a las Alcaldías y Cabildos, Legislaturas y Gobernaturas para que incorporen a su agenda, plan y compromiso de gobierno acciones de sustentabilidad, armonía y respeto por el medio ambiente.

Está en nosotros, gobierno y sociedad, actuar con responsabilidad para vivir con calidad ambiental en él presente, legando un futuro sustentable a nuestros hijos y nietos.

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