El Porvenir de Cuitzeo

Con Aroma y con Sabor… Huandacareo.

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Una parte importante y fundamental de nuestro Huandacareo, así como de
cada pueblo y región, es sin duda, sus sabores y sus olores, esos que tienen
conexión directa con nuestra mente y sentimientos, llevándonos a
determinados capítulos de nuestra vida, que tienen un sabor y un olor
particular.

Nuestro México, nuestro Michoacán del alma, así como nuestro propio
municipio, cuentan con una gran historia gastronómica, que si bien aceptamos
son una mezcla de costumbres y tradiciones de nuestra Mesoamérica y las
nuevas técnicas y sabores desde la llegada de los españoles, algunos lo
llamamos enriquecimiento de la gastronomía, para otros pérdida de identidad
y cultura. (Para todos hay). Más no nos metemos en camisa de once varas.

Como olvidar aquellas exquisiteces de las que degustaban nuestros bisabuelos,
abuelos, padres e incluso nuestros hermanos mayores y unos que otros que ya
no nos cocemos al primer hervor… que si la “caca de mono” (granos de maíz
tostado y bañados de azúcar o piloncillo), “el pinole”… mmm (maíz tostado y
molido en molinillo de mano y mesclado con granos de azúcar), “el atole”
(bebida típica del cocimiento de la masa de maíz, que se solía aderezar con
hoja de limón, canela, y frutas naturales), “el tembloroso”… de masa y hoja
de limón, así como el de harina con canela y pasas (cocimientos al ritmo de
mano y fuego lento, hecho de maíz, azúcar, harina, leche, canela, etc.)… y
como olvidar “el champurrado”, propio cocimiento de masa tipo atole con
chocolate…

¿Recuerdan?… ese y éste Huandacareo en el que saboreamos “galletas de
carbonato” o “semas” acompañadas de nata de leche y espolvoreadas de
azúcar, “mazapanes de leche de cabra”, el dulce “Zorrillo”, si ese merito
postre al que después sabíamos que se le llama chongos zamoranos, “pan
corriente” chopeado en café o champurrado, “bolillos de sal” con frijoles
chinitos, un trozo de queso y un gran chile en vinagre. Hay mi Huandacareo
ya me removiste el hambre…

No vamos a dejar atrás uno de los platillos que nos identifican en muchas
regiones, estados, incluso en el hermano país del norte y en cada rincón que
pisa un Huandacarense y estoy hablando de los “Pares”… si ese par de tortillas bien sudaditas apiladas y amarradas en una servilleta, acomodados de par en par con chile, carne de puerco o longaniza y queso, grasita que nos dejaba los dedos listos para chupetear y para pedir otro más en esas tardes de paseo al cerro o al arroyo.

Y vaya que los platillos y guisos, nos han removido pensamientos, sentimientos, capítulos de nuestra niñez, de nuestra convivencia en casa, de visualizar a la abuela o mamá frente al fogón moviéndole a la cazuela, a la olla o echando tortillas a mano, para que nos congregáramos la familia cerca del fogón para acompañar “unas ranitas” (tortilla recién hecha con una pasada de agua, granos de sal y apachurradita) y qué decir del gran “molcajete con salsa martajada” del que todos nos servíamos un taquito mientras me sirven en plato, si aja…!

Sin duda son sabores de familia, sabores de nuestro ayer que nos hacen viajar,
recordar, esbozar una sonrisa y hasta dejar escapar una lágrima. Alguien de
ustedes recuerda el delicioso guiso “Rabo de vieja”, (chilito güero, jitomate,
cebolla, hierbita de olor, sal y a pasarlos por la cazuelita caliente en
mantequita de cerdo) el “encuentro de nubes” (salsita de tomate y chile
verde, guisadita con más tortillas troceadas, ajo y a veces hierva de olor y
salecita, más queso espolvoreado), las “redonditas comaleadas”…mmm, ya
se está haciendo agua la boca.

Y si de comer se trata y revivir otros momentos de jolgorio, alegría y
convivencia, no podemos dejar ese delicioso platillo lleno de grandes aromas
característicos y un sabor especial, que ha catapultado este bello rincón
Michoacano, que si la cuna, que si no, que si las mejores, que si es otro
lugar… en fin, sin duda un gran platillo de gran deleite: “las carnitas de
cerdo”, la Birria de chivo, el Mole, la birria de borrego, los uchepos, los
tamales, los sabaditos de morcilla y chicharrón o unas ricas y deliciosas
enchiladas.

Sin lugar a dudas, tenemos gran identificación gastronómica con los sucesos
de nuestra vida y que hemos sabiamente llevado a los diversos rincones donde
nos seguimos desarrollando y creciendo como humanos y como un sencillo
ser que está orgulloso y orgullosa de ser de Huandacareo y que me traigan
para desatorar un buen pulque curado o un agua ardiente, un tequilita o mezcal que tanto sabor, aroma y recuerdo ya me llego hasta el fondo de la meritita alma…

¡Que por sabor y olor, siga siendo bien identificado y recordado nuestro
pueblo!


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