La pintora Rosario Cabrera López, una de las primeras mujeres a quienes se les permitió cursar una carrera artística de manera oficial en la Escuela Nacional de Bellas Artes y cuya obra se insertó en el llamado Renacimiento mexicano, es recordada este 30 de diciembre por la Secretaría de Cultura del Gobierno de México y el Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura (INBAL), a través del Museo Nacional de Arte (Munal), en el marco del 45 aniversario de su fallecimiento.
Cabrera López (1901-1975) es considerada por artistas e investigadores una apasionada en la enseñanza del arte en las Escuelas de Pintura al Aire Libre, por lo que el Museo de Mujeres Mexicanas Artistas, fundado en 2008, la nombró “La primera gran pintora mexicana del siglo XX”.
El investigador, maestro en Artes Plásticas y restaurador en el INBAL, Tomás Zurián, añade que la obra de la artista capitalina formó parte del llamado Renacimiento mexicano, por lo que también es considerada “creadora de una obra dotada de sensibilidad, la cual encontró en sus raíces una nueva concepción de la pintura que tuvo un amplio desarrollo a partir de los años veinte”.
Vocación temprana
Rosario Cabrera nació en la Ciudad de México, su vocación por el arte provino de su padre, quien fue decorador de oficio y con aficiones a la pintura, la talla en madera, la guitarra y el canto flamenco. Desde temprana edad realizó sus primeros dibujos, revelando una gran capacidad para reproducir figuras humanas, animales y bocetos tomados de la naturaleza.
A los 12 años quedó huérfana y junto con sus cinco hermanos fue protegida por una de sus tías. Los cambios en la Escuela Nacional de Bellas Artes hicieron posible su inscripción en 1916, convirtiéndose en una de las primeras mujeres a quienes se les permitió seguir una carrera artística de manera oficial en esa institución, en la cual tuvo como maestros a Saturnino Herrán, Leandro Izaguirre, Germán Gedovius y el escultor Arnulfo Domínguez Bello, entre otros.
Su primera muestra individual tuvo lugar en 1921, en la cual exhibió cerca de 50 obras y su talento la hizo acreedora de una pensión por parte del gobierno de Álvaro Obregón para continuar su preparación en Europa.
Predilección por el paisaje
Cabrera López mostró siempre una predilección por la pintura de paisaje y el retrato, por lo que no sorprende que, a su regreso a México en 1927, entablara amistad con Alfredo Ramos Martínez, impulsor de las Escuelas de Pintura al Aire Libre. En poco tiempo se integró al equipo de maestros y directores de estos planteles. Fue la única pintora que tuvo a su cargo dos sedes:: la de Los Reyes, en Coyoacán, y la de Cholula, en Puebla.
Después de que se diera por terminado el proyecto de las Escuelas al Aire Libre, Cabrera continuó como profesora de pintura y dibujo en educación primaria. En varias ocasiones obtuvo reconocimientos por la participación de sus estudiantes en las exposiciones del Museo del Palacio de Bellas Artes. Rosario Cabrera falleció el 30 de diciembre de 1975.
El Munal conserva una serie de obras de la artista, entre ellas: Niña con manzana y Niño de luto (1921), este último parte de la muestra individual de la artista antes de su viaje a Europa. En el cuadro se observa un trazo limpio, libre y rápido, al tiempo que logra captar la tristeza del pequeño.