A finales del siglo XIX la única galaxia era la Vía Láctea, no había más planetas que los del Sistema Solar, se desconocía la vida y composición de las estrellas, así como la naturaleza de las nebulosas halladas entre ellas; el universo no se expandía y nadie había oído hablar jamás del Big Bang. Pero los estudiosos del universo se dedicaban a medir y catalogar estrellas, entre estos esfuerzos destacan los hallazgos de las calculadoras de Harvard, un grupo de mujeres astrómetras y astrónomas, que cimentaron las bases de la astrofísica del siglo XX; entre ellas, Henrietta Swan Leavitt, protagonista de estas cápsulas.
Cuidad de México, a 3 de diciembre del 2020. En el marco de la campaña Contigo en la distancia de la Secretaría de Cultura, Canal 22 estrena la serie de cápsulas de divulgación científica El extraño caso de Henrietta Leavitt y Erasmus Cefeido, una producción del Instituto de Astrofísica de Andalucía y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas de España que reivindica el papel de la astrónoma estadounidense y de las mujeres científicas en la revolución astronómica del siglo XX.
Henrietta Swan Leavitt, una joven de buena familia y graduada en Radcliffe, entró a trabajar en el Observatorio de Harvard en 1893 y, posteriormente, fue integrada al equipo de mujeres que el entonces director del observatorio, Edward Charles Pickering, contrató para realizar el registro, medición y análisis del volumen de datos que diariamente generaban los dos telescopios del instituto, el Gran refractor de Cambridge y su gemelo dispuesto en la ciudad de Arequipa, en Perú; a través de las placas generadas por ambos telescopios se obtenían vastas cartografías del universo y aquellas mujeres, apodadas las calculadoras de Harvard, tenían la misión de catalogar según sus magnitudes fotométricas y espectrales, todas las estrellas capturadas por los telescopios, una tarea laboriosa y sistemática que exigía de una gran destreza visual y concentración.
Estas cápsulas, a través de ficticias entradas de un diario personal de Henrietta, revelan los grandes aportes que hicieron ella y otras mujeres calculadoras quienes, en su registro de aquellos datos duros, encontraron reglas y patrones que cambiaron la concepción y el entendimiento del universo a principios del siglo XX. Henrietta Swan, por ejemplo, dio con una regla de medición estelar que permitió calcular la distancia de las estrellas respecto de la Vía Láctea, así como establecer la existencia de otras galaxias y que el universo está en expansión. Otras mujeres astrónomas reivindicadas en esta serie, a quienes se denostaba con el apodo de El harem de Pickering, son Williamina Fleming, descubridora de las enanas blancas; Antonia C. Maury, creadora del sistema de clasificación estelar por luminosidad que se usa hoy día; y Annie Jump Cannon, perfeccionadora de la regla de clasificación espectral de las estrellas.
Por otra parte, esta serie expande la ficción biográfica de Leavitt y presenta algunas de las columnas que la astrónoma escribió para el Washington Post bajo el pseudónimo masculino de Erasmus Cefeido, un consultor en temas de amor para quien las cuestiones del corazón son sólo el preámbulo para hablar sobre los misterios del cosmos, como el tamaño del universo o la vida de las estrellas.